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Guía del cónclave para elegir al sucesor de Francisco: secretos, ritos y fechas hasta la fumata blanca
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Guía del cónclave para elegir al sucesor de Francisco: secretos, ritos y fechas hasta la fumata blanca

133 cardenales, un protocolo milenario, silencio, política y Espíritu Santo, toda una función ante los frescos de la Capilla Sixtina, en busca de la luz para elegir bien. El timón de la Iglesia Católica, con 1.400 millones de fieles, está por tomar. 

Los cardenales asisten a la misa del quinto día del "Novendiali", los nueve días de luto por el difunto papa Francisco, en la basílica de San Pedro del Vaticano, el 30 de abril de 2025.Maria Grazia Picciarella / SOPA Images / LightRocket via Getty Images

Desde el 21 de abril, hay una vacante de empleo en El Vaticano. Murió Francisco, después de 12 años de papado, y tras su capilla ardiente, su funeral y sus misas de despedida, es tiempo ya de buscar un nuevo portador del anillo del pescador, un jefe para la Iglesia Católica -con 1.400 millones de fieles en todo el mundo-, que decida su rumbo en un tiempo lleno de retos, cambiante y angustioso. Es tiempo de cónclave y empieza este miércoles. 

Esta es, posiblemente, la selección de personal más especial que existe. De tradición milenaria, mezcla fuerzas terrenales (la política) y divinas (el Espíritu Santo), está marcada por el secretismo absoluto y se resuelve lanzando humo al aire romano. Es apasionante y fascinante, es pesada y agotadora, pero dicen los que saben que la elección del sustituto de Jorge Mario Bergoglio será rápida, de dos o tres días. El sucesor de Francisco será el pontífice número 267 de la Iglesia católica.

¿Pero qué es un cónclave? ¿Qué esconde ese término, para empezar? La palabra "cónclave" proviene del latín "cum clave", que significa "con llave" o "bajo llave". Por ello, los cardenales que elegirán al nuevo papa deberán estar en la Capilla Sixtina, en San Pedro del Vaticano, bajo llave. Así, durante todo proceso de elección del nuevo sumo pontífice, que puede ser breve (el papa argentino fue elegido apenas en la quinta votación, en el segundo día de votaciones) o largo, como el que se llevó a cabo del 29 de noviembre de 1268 al 1 de septiembre de 1271: más de tres años sin poder elegir un papa. 

Al final, el elegido fue Gregorio X, el pontífice a quien debemos la promulgación del Ubi Periculum, constitución que al final del Concilio de Lyon II introdujo por primera vez el término "cónclave", según Vatican News. Pero vayamos a lo que nos espera hoy mismo... 

El cardenal William Seng Chye Goh, de Singapur, se toma un selfie con unas fieles en la plaza de San Pedro, el 5 de mayo de 2025.Marko Djurica / Reuters

Cuándo empieza: los primeros pasos

El cónclave empezará en la mañana de este miércoles con la misa Pro Eligendo Pontefice, a las 10:00 horas locales (la misma hora en Madrid), en la basílica de San Pedro del Vaticano. Después, hay unas horas de descanso y todos los cardenales se darán cita nuevamente a las 16:15 en la Capilla Paulina, en la primera planta del Palacio Apostólico. Desde ahí, ataviados con sus hábitos rojos y blancos, procesionarán entonando las letanías y el canto Vieni Creator hasta la Sixtina, que es donde tendrán que votar y elegir. 

La entrada a este escenario está prevista a las 16:30 horas y, en primer lugar, los purpurados deberán prestar juramento con la mano sobre el Evangelio. Cuando todos, uno a uno, lo hayan pronunciado, entrará en juego el maestro de ceremonias de la Santa Sede, Diego Ravelli, hombre determinante para que un grupo de pobres, presos, transexuales y migrantes escoltaran el cuerpo del papa Francisco a su llegada a Santa María la Mayor, donde ya está enterrado. Ravelli, no sabemos si con más solemnidad que nervios, expulsará de la capilla a todo aquel que no vista la púrpura. 

Será el momento de escuchar una de las frases más conocidas del protocolo: "Extra omnes", esto es, fuera todos. Luego, se cerrará las puertas y ya estarán todos bajo llave. El cónclave empieza. Desde ese momento, los prelados quedarán aislados para votar a un sucesor de Francisco. 

Dada la hora a la que se acabará con esta parte del boato, en la tarde de este miércoles sólo se procederá a una votación, pero en días sucesivos se contemplan hasta cuatro diarias, dos por la mañana y dos por la tarde. Así hasta que haya un nombre de consenso suficiente, esto es, con 89 votos o más de respaldo. 

Es de esperar que no haya ningún resultado concluyente a la primera, sería una sorpresa formidable, pero al menos ese primer contacto con los votos puede servir para tener una primera foto fija de posibles favoritos y tendencias. Se espera en torno a las seis o siete de la tarde se dé a conocer el resultado de dicha votación, en principio, como decimos, una fumata negra.  

Quién participa, quién vota

En este cónclave participan los cardenales que tienen menos de 80 años, porque se entiende que ellos aún están razonablemente bien de salud y tienen facultades mentales suficientes como para abordar el proceso. Este año, eso pone la cifra de elegidos en 133. Deberían ser 135, pero dos de ellos han renunciado a viajar a Roma por motivos de salud: son el español Antonio Cañizares y el keniano John Njue. Primera diferencia con respecto al proceso de 2013: entonces fueron 115, en total. 

Como un candidato necesita dos tercios para ser elegido: es decir, frente a los 77 votos que necesitaba hace 12 años, en esta ocasión necesitará diez más, 87.

Estamos ante la cita más internacional de la historia del catolicismo, con representantes de 70 países de los cinco continentes, un grupo heterogéneo que no se conoce y que ha dedicado los últimos días justo a eso, a entrar en contacto unos con otros. Muchos de ellos, ocho de cada diez cardenales, fueron nombrados por Francisco (108), frente a los 21 nombrados por Benedicto XVI y los 4 de Juan Pablo II. Intentaba el papa del fin del mundo hacerse con un colchón de cercanos a sus planteamientos más abiertos. 

Dentro de la capilla la media de edad de los cardenales que rondará los 72 años y el grupo contará con 15 cardenales por debajo de los 60 años. Son 45 los que tienen entre 60 y 70 años y la mayoría (73) tienen entre 71 y 80. El más veterano en participar será el español Carlos Osoro Sierra, que cumplirá los 80 años el próximo 16 de mayo, mientras que el más joven será el australiano por adopción Mikola Bychok, de 45 años, originario de Ucrania, obispo eparquial de los Santos Pedro y Pablo de Melbourne de los ucranianos.

Los cardenales asisten a la misa funeral del Papa Francisco en el patio de la Basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano, el 26 de abril de 2025.EFE

Quién puede ser papa

La imagen tradicional del papa suele estar asociada con cardenales de larga trayectoria, pero es necesario precisar que en el Código de Derecho Canónico se establece que cualquier hombre bautizado con uso de razón puede ser elegido como Sumo Pontífice.  Esto incluye incluso a quienes no son cardenales o sacerdotes, si son aptos para ser ordenados obispos. Siempre hay margen para las sorpresas en la teoría, aunque de ese calado nunca las hay.

Desde el siglo XV, de hecho, todos los papas han sido elegidos entre los cardenales.  No es obligatorio haber llegado a ese estatus para aspirar al cargo, pero sí refleja una preferencia por figuras con notable formación teológica, experiencia pastoral y cercanía con las estructuras de la Iglesia Católica. 

Entre los criterios más relevantes para ser considerado como sumo pontífice están:

  • Ser hombre: La ordenación de mujeres no está permitida por la Iglesia, lo que excluye automáticamente a las candidatas femeninas. Ni con Francisco hubo avances. 
  • Estar bautizado: Es un requisito básico para formar parte de la vida sacramental católica.
  • Uso pleno de razón: Se espera que el elegido tenga la capacidad intelectual y espiritual para liderar a la Iglesia. Por eso los mayores de 80 años ya no votan, se pone en esa edad el límite. 
  • Aceptar el cargo: La decisión final siempre recae en el candidato. Si se niega, la elección queda sin efecto. El cardenal español Cristóbal López Romero, destinado en Rabat (Marruecos) ha dicho en varias entrevistas estos días: "Si me eligen como Papa, huyo a Sicilia". No debe haber imposición. 

Además de los aspectos formales, los cardenales también valoran en su selección elementos como la edad, estado de salud, conocimiento de idiomas y el perfil ideológico del candidato, buscando un equilibrio entre tradición y renovación dentro del Vaticano, donde unos dicen que hay roces y, otros, una guerra civil.

Algunos monarcas católicos tuvieron derecho a veto en las elecciones papales hasta 1907, pero hoy, voces de todos los sectores intentan influir en el debate, desde la base católica a los medios de comunicación. 

El proceso diario

Pongámonos en el escenario más realista: esta tarde, en la primera votación, ningún cardenal acaba convertido en papa. ¿Qué viene después? Pues un proceso de cuatro votaciones diarias hasta que se logre una mayoría suficiente como para inclinar la balanza. 

Así pues, a partir del segundo día, en San Pedro habrá cuatro votaciones a lo largo de la jornada. Dos por la mañana y dos por la tarde. Si después de tres días de votaciones sigue sin haber un elegido, se hace una pausa de un día, un tiempo en el que los cardenales pueden descansar y, sobre todo, pensar y hablar entre ellos para afinar sus votos. Rezar también, insisten mucho los entrevistados en estos días, porque la iluminación divina será la determinante, insisten desde su prisma de fe. 

No es de prever que eso pase, porque aunque hay mar de fondo, las espadas no llegan tan en alto a esta cita. Sería histórico si pasara. No ha ocurrido algo así en 150 años, una docena de sumos pontífices atrás. 

Pero si se da el caso, la pausa sería el domingo que viene, 11 de mayo, porque no se cuenta la primera jornada, la de entrada en la Sixtina. Se habría votado ya 13 veces, y eso es mucho. Si hay que volver a encerrarse, el voto proseguirá con ciclos de siete escrutinios, con una pausa de un día entre ellos. Si se llega a 34 votaciones sin que haya un elegido, a partir de ese momento se elegiría sólo entre los dos candidatos con más papeletas, pero siempre con una mayoría de dos tercios. Una manera de presionar a los purpurados para que se aclaren. 

¿Hay hora fija para las fumatas?

Si en la primera votación de la mañana nadie tiene la mayoría necesaria, no se hace ninguna fumata y se procede de inmediato a un segundo escrutinio. Después, en torno a las 12:00 o las 13:00 horas, se hace una fumata. Negra, si no hay elegido; blanca, si lo hay. 

Es la misma disposición a la tarde: si la primera votación de los cardenales es negativa, se pasa directamente a la siguiente. Solamente al final hay señal de humo, del color que corresponda. Se estima que esta noticación, que estarán aguardando miles de personas en la plaza de San Pedro del Vaticano, se conocerá entre las cinco y las siete de cada tarde. 

Si en la primera votación de la mañana o en la primera de la tarde ya hay un nombre que concite el suficiente consenso como para ser papa, está claro que no se espera a la siguiente, con el ansia que hay por conocer al nuevo papa. La fumata blanca, en ese caso, hay que esperarla hacia media mañana o media tarde. El mundo en vilo. 

Unos empleados del Vaticano colocan la chimenea para las fumatas, el 2 de mayo de 2025, en San Pedro.ETTORE FERRARI / EPA / EFE

Bueno, ¿y qué es eso de la fumata?

Estamos todo el rato hablando de fumata, pero no hemos explicado lo que es: se trata del humo, blanco o negro, con el que desde el interior sellado de San Pedro se comunica al mundo si hay u no un papa nuevo. Sin idiomas. sólo una imagen reconocible y clara. Si no hay elegido, porque nadie ha superado los necesarios dos tercios de los votos, el humo será negro. Si lo hay, blanco. Para lanzarlo se usará una chimenea que lleva ya días colocada en el tejado vaticano. 

En la Capilla Sixtina se han instalado ya las dos estufas que tienen la respuesta antes que el resto del mundo. Están conectadas a la chimenea. En una, utilizada en todos los cónclaves desde 1939, se depositarán las papeletas con los votos. En otra, eléctrica en este caso, se introducirán los cartuchos de bombas de humo con colorante, blanco o negro. Y la suma de ambos, de la combustión de los papeles de los votos y del producto químico colorante, será lo que vean las personas congregadas en la plaza o conectadas a los medios y redes de todo el mundo. La carga de color dura unos siete minutos. 

Para obtener el humo blanco se utiliza clorato de potasio, lactosa y colofonia, mientras que para obtener el color negro se emplea perclorato de potasio, antraceno y azufre.

Hasta 2005, sólo había una estufa y todo era más natural, pero se dio el paso porque ya se habían visto algunas fumatas confusas, que no se diferenciaban bien. Para el humo negro se usaban las papaletas de voto y para el blanco, las papeletas y paja mojada. Ahora, con los productos añadidos, no habrá dudas. 

Las votaciones y las esperas

Hablamos todo el rato del peso de la Capilla Sixtina en este proceso porque es el lugar donde se depositan los votos, bajo la mirada de los frescos de Miguel Ángel, encargo del papa Julio II. Sin embargo, el resto de los debates, conversaciones, grupos, dudas, planteamientos y replanteamientos se hacen fuera, en los pasillos y salas anexas. También, en los momentos en los que los 133 votantes coinciden de forma más relajada, como el desayuno, la comida o la cena. 

En estos días, la película Cónclave de Edward Berger ha puesto ya en la retina de millones de espectadores cómo es el proceso de la votación en sí. Una sala en la que ha habido que introducir tarimas para igualar el suelo, para que nadie esté en una posición más alta o más baja que otro, en la que aplastan los siglos de tradición y la responsabilidad. Si la recreación es tan realista como dicen los que saben, allí dentro el silencio debe pesar a plomo. Se dan instrucciones, se murmuran los nombres de los cardenales para votar y cada uno hace su paseíllo hasta la urna, situada en un extremo de la sala. 

Cuando todos los cardenales han votado, se procede a un recuento supervisado una y otra vez, para que no haya fallos, y se procede al fin a la lectura en alto de las papeletas. Una a una, ahora sí con voz alta y clara. Sabido el resultado, se procede a lanzar una u otra fumata. 

Cuando los cardenales finalizan su tarea del día, acuden a dormir a la residencia Santa Marta, en la que murió el propio Francisco, donde cada uno tiene su habitación (en estos días previos lo han hecho en residencias religiosas de sus congregaciones, en edificios de sus legaciones nacionales, como España o Francia). También en esos pasillos puede darte el debate decisivo sobre el próximo obispo de Roma. 

Unos seminaristas festejan la elección de Joseph Ratzinger en la Plaza de San Pedro, el 19 de abril de 2005.Mario Tama / Getty Images

Secreto o excomunión

Una de las facetas más jugosas de este proceso, incluso para los no religiosos, es el aura que lo rodea. Todos los cardenales tienen hacer el juramento sobre los evangelios de mantener los detalles del cónclave en secreto de por vida. Lo mismo aplica a todas las personas dentro del Vaticano durante las deliveraciones, desde los dos médicos disponibles para cualquier emergencia hasta las decenas de personas destinadas al comedor que alimenta a los cardenales. Todos los que trabajan tras los altos muros del Vaticano para el cónclave han sido sometidos a rigurosos controles. Aun así, tienen prohibido comunicarse con los electores. Y se han comprometido, como los purpurados, a guardar "absoluta y perpetua confidencialidad". Si no, excomunión para todos. 

Para mayor seguridad, se revisarán las capillas, los pasillos, las zonas comunes, el patio y la casa de huéspede para detectar micrófonos y dispositivos electrónicos. "Hay bloqueadores electrónicos para garantizar que las señales de teléfono y wifi no entren ni salgan", explica John Allen, editor del sitio de noticias Crux, a la BBC. "El Vaticano se toma muy en serio la idea del aislamiento", confirma. 

El famoso confinamiento no sólo tiene como objetivo mantener en secreto el proceso electoral en sí sino también impedir que "fuerzas nefastas" intenten piratearlo para obtener información o perturbar las cosas. Las medidas adoptadas como protección también pretenden garantizar a los hombres de rojo un aislamiento total del mundo secular y sus influencias mientras se preparan para votar. Por si acaso no es sólo Dios el que dirige la elección. 

"La lógica es confiar pero verificar", en palabras de Allen. Por eso no hay televisores, periódicos ni radio y tampoco se deja a los cardenales abrir las ventanas, porque muchas habitaciones de Santa Marta o del complejo de San Pedro tienen aperturas "al mundo exterior".

En el período previo al cónclave la cosa es distinta. Oficialmente, los cardenales tienen prohibido hacer comentarios, pero desde el entierro del papa Francisco, parte de la prensa italiana y muchos visitantes se han vuelto cazadores de cardenales, intentando descubrir quién sería su sucesor más probable. Algunos de ellos han confesado que han acudido a sus vuelos en ropa civil para borrar toda pista clerical y no se perseguidos por los fotógrafos y camarógrafos a su llegada a Roma. Algunos de los cardenales han hablado, pero lo han hecho con declaraciones poco comprometedoras, amables, blancas. 

Carabineros italianos vigilando la plaza de San Pedro del Vaticano, en las horas previas al cónclave.Marko Djurica / Reuters

Corrientes y favoritos

Además de por las nacionalidades, las diferencias están marcadas en este cónclave por las distintas corrientes a las que pertenecen los cardenales que tendrán que elegir al nuevo papa. En los días previos a la elección todos tratan de suavizarlas de cara a la galería, pero están. La Agencia EFE los ha clasificado en seis grupos, lo que facilita la radiografía. Son los que siguen:

  • Los diplomáticos: miran hacia el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano. Son cardenales de la Curia que han podido conocer bien al 'número dos' o aquellos que han pasado por el cuerpo diplomático o exnuncios.
  • Los estadounidenses: son 14 cardenales los que provienen de Estados Unidos, pero aunque podrían formar un grupo único están fuertemente divididos, con la figura destacada de Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York.
  • Los moderados: un grupo podría apostar por la continuidad de la experiencia del Sínodo, apoyando así al cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, o a Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y relator general del último sínodo, así como al español Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat: español, con pasaporte sudamericano, cardenal en África y defensor del diálogo interreligioso con el Islam.
  • Los conservadores: los que han criticado más o menos abiertamente el pontificado de Francisco, con figuras más ultras, como el africano Robert Sara, el estadounidense Raymond Burke o el alemán Gehrard Ludwig Mueller, que podrían ser los llamados 'hacedores de reyes' y que señalarían al cardenal Wilhelm Eijk, arzobispo de Utrecht, o a Peter Erdo, arzobispo de Esztergom-Budapest.
  • Los más cercanos a Francisco: aquí destacan Luis Antonio Tagle, denominado el "Francisco filipino", prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y con posiciones muy parecidas a las de Jorge Bergolio respecto a los homosexuales, y Matteo Zuppi, el presidente de la Conferencia Episcopal italiana que fue el enviado del papa para mediar en la guerra en Ucrania.
  • Los italianos: será muy difícil poner de acuerdo a los 17 electores italianos que participarán en el cónclave, cada uno de una corriente diferente, pero hay una campaña en los medios italianos para que el próximo papa sea italiano después de tres pontífices extranjeros. Sus apuestas son Zuppi, Parolin y Pierbattista Pizzabala, el patriarca de Jerusalén.

La duración

Nadie sabe cuánto va a durar este cónclave, ningún cónclave. Se saben las normas por las que se rige, pero nada más. Los periodistas que estos días intentaban hablar con los cardenales -sorprendentemente, muchos han hablado en estas horas previas, porque las entrevistas no estaban vetadas, como en ocasiones previas- han visto que se repetían respuestas del tipo: "El reloj que usted lleva no sirve para fijar los tiempos de la Iglesia", "El reloj de Dios no se atrasa; en su tiempo, todo se va a cumplir" o "Seremos fieles al Evangelio, no al calendario". Son clásicos como decir en el fútbol que no hay rival pequeño o que hay que ir partido a partido. 

Los últimos dos cónclaves, en 2005 cuando fue elegido Benedicto XVI y 2013, cuando le sucedió en vida Francisco, se resolvieron al día siguiente del inicio del proceso, en 24 horas. En esta ocasión no hay candidatos muy claros, sino que el abanico de papables es enorme, así que los vaticanólogos no ven las cosas claras antes del viernes. Es lo que ocurrió en octubre de 1978 con la elección de Juan Pablo II, que requirió de ocho escrutinios y fue elegido al final del tercer día. Su ascenso fue resultado de tirar por la calle de enmedio, una alternativa, porque los dos favoritos no acababan de despuntar y empatar. Sucedió lo mismo también en 1958, con la elección de Juan XXIII, que necesitó 11 votaciones.

No es nada extraño que la chimenea expulse humo negro una y otra vez. Es más bien que estamos acostumbrados a unas últimas elecciones bastante ágiles. En 2005, el candidato más fuerte era Joseph Ratzinger, así que la única duda era ver en cuánto tiempo se concentraban los apoyos necesarios. Fue a la cuarta, en el segundo cónclave más rápido de la época moderna desde el de 1939. Entonces, Pío XII fue elegido en tres votaciones, porque estaba muy destacado, había consenso sobre su figura en un momento enormemente difícil, con la Segunda Guerra Mundial en ciernes. Hace 12 años, se impuso Bergoglio, que fue además el segundo candidato más votado en 2005, por lo que traía parte del trabajo hecho. Esta vez no queda casi ninguno de los otros favoritos de aquel cónclave. Todo está muy cambiado. 

El sastre Raniero Mancinelli, en su tienda eclesiástica, el 5 de mayo de 2025, preparando trajes de distintas tallas para el nuevo papa, en El Vaticano.Massimo Valicchia / Getty

¿Y si hay elegido?

Si uno de los cardenales logra la mayoría suficiente en el cónclave con sus compañeros, lo primero que tiene que hacer el elegido para ser papa es decidir si acepta el cargo y qué nombre elige como pontífice. Después es felicitado por los demás cardenales, con más o menos alegría. 

Luego se retira a una habitación, llamada evocadoramente "de las lágrimas", pues es donde se queda a solas y siente con emoción el peso de la responsabilidad que acaba de caer sobre él. En esa sala tiene a disposición hábitos blancos de tres tallas diferentes, para que elija la más adecuada. Los sastres se han encargado de ello estos días, para que nada falle. Es el momento de la transformación, dependiendo del grado de cada cual, como se vio con Francisco, que eligió salir al balcón sencillamente con su hábito blanco y ningún adorno más. 

La salida al balcón de la basílica de San Pedro es el momento más ansiado por los fieles. El protodiácono, el cardenal francés Dominique Mamberti, anunciará, en latín quién es el nuevo papa y qué nombre ha elegido. Como lo dice por norma en latín, a veces no queda muy claro a la primera, así que preparados para el VAR entre los periodistas. En ese momento, aparecerá el sucesor de Francisco y se dirigirá por primera vez a los fieles. Se calcula que desde que humea la fumata blanca hasta que el nuevo pontífice sale al balcón suelen pasar en torno a 45 minutos de gran expectación. "Habemus papam" y el cónclave estará acabado. 

Que elijan bien. 

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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.

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