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El papa que lo intentó: la apuesta de Bergoglio que prepara el terreno al futuro
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El papa que lo intentó: la apuesta de Bergoglio que prepara el terreno al futuro

Francisco muere tras haber iniciado reformas de calado en la Iglesia Católica, pero sin haber culminado una revolución que nunca lo fue del todo. El mastodonte de 2.000 años era difícil de mover rápido, pero ya hay transformaciones irreversibles. 

El Papa Francisco besa a un refugiado durante el ritual de lavado de pies en el Centro de Refugiados Castelnuovo Di Porto, cerca de Roma, el 24 de marzo de 2016.Osservatore Romano/Vatican Media/Handout via Reuters

"Ve y reconstruye mi casa". Es lo que Francisco de Asís escuchó durante una visión, en el siglo XIII. Sobre esa orden divina construyó su vida. En pleno siglo XXI, un señor de Argentina, casi del fin del mundo, decidió en 2013 tomar el nombre del santo italiano y hacer suya aquella misión. Más de 2.000 años más tarde de la venida de Jesús, la Iglesia Católica necesitaba mucho más que chapa y pintura y a eso se dedicó el papa Francisco hasta su muerte, esta mañana, en El Vaticano

Cuando estaba a punto de jubilarse y tenía hasta plaza buscada en una residencia, Jorge Bergoglio se topó con la renuncia de Benedicto XVI. Al segundo día de cónclave, en la quinta votación, su nombre se impuso como sumo pontífice y, desde entonces y hasta su última intervención, ha intentado ser un líder reformista. No ha arrancado de cuajo las raíces de una institución vieja de dos milenios, no ha habido revolución como querían los más osados, pero la ha zarandeado el árbol lo suficiente como para que su vibración dure, porque ha emprendido caminos que no tienen retorno. Dependerá mucho de quien sea su sucesor

Francisco ha sido una figura poliédrica, ni blanca inmaculada ni negra como el tizón, la de quien parece que lo intentaba, pero que no llegaba a todo por desbordamiento o resistencia o todo a la vez, un hombre que trajo esperanza al Vaticano por su cercanía histórica a los pobres y que topó por el camino con la realpolitik. Gestos, matices, tonos, hechos, deudas, dudas. Todo eso ha tenido cabida en el cuerpo del primer papa no europeo desde el 741, el primer papa americano, el primer papa del sur, el primer papa jesuita. El sucesor de San Pedro que estaba llamado a ser un pontífice de transición y se negó a ello, dejando su impronta. 

Se esperaba blando, un parche hasta otra etapa. No ha sido así. Ha apostado por la apertura, el diálogo entre religiones, la regeneración de la curia, la justicia social y la transparencia, por ejemplo en lo económico, que era un caos. Ha seguido sosteniendo un sistema obsoleto, muchas veces inmovilista, pero no rechazaba debates, sobre el papel de la mujer en la Iglesia, la homosexualidad o los modelos de familia. En otros fue especialmente lento, como en la pederastia, de formidable gravedad. 

También ha dado ejemplos pequeños pero visibles de vida sobria y rigurosa, distinta, como el de vivir en la residencia Santa Marta -donde finalmente ha fallecido- y no en el palacio del obispo de Roma. En su suite 201, con dormitorio, baño y salón, Francisco volvía a ser Jorge. Meditaba y leía (clásicos, Borges, Dostoyevski) y, sobre todo, seguía en contacto con los demás curas, lejos de una torre de marfil papal. Al palacio iba a audiencias y eventos, a trabajar. Su agenda privada escrita de su puño y letra, sin asesores. Su teléfono, fijo solamente. Un aura distinta, independiente, que ha acercado a los fieles de base y a los jóvenes y ha repelido a las altas instancias, ampliada por su voz, que sabía ser de trueno al denunciar el genocidio en Gaza o el aplastamiento de los rohinyas. 

¿Pero cuán transformador ha sido este papa en sus 12 años al frente de la religión con más seguidores del mundo, hasta 2.400 fieles? El HuffPost ha consultado al sacerdote mexicano Marcelo Jaramillo y al historiador español Francisco Díaz y su visión es similar: Francisco ha transformado el diálogo papal, su liderazgo y el mensaje, ha devuelto la Iglesia a la calle y ha puesto al débil y al necesitado en el centro de su lucha, enfrentándose a enemigos poderosos que habrían querido su silencio y su inacción. Los tradicionalistas y la ultraderecha, por ejemplo, no lo echarán ahora de menos. 

Jaramillo, que ha desarrollado su carrera en Veracruz y Jerusalén, explica que el "corsé vaticano" es muy complicado de "romper" pero que, pese a ello, entiende que Francisco "ha sido un santo padre libre que ha intentado hacer lo que sus principios le dictaban", quien "ha abierto las puertas, aunque lamentablemente no las haya podido cruzar". 

"Francisco ha sido un santo padre libre que ha intentado hacer lo que sus principios le dictaban, que ha abierto las puertas, aunque lamentablemente no las haya podido cruzar"

"Su legado es que ha querido una iglesia en la que quepa todo el mundo, con su lema de 'todos, todos, todos'. Ha sido así. Se ha enfrentado a quien aún piensa en un elitismo contrario al cristianismo de los orígenes, pero esto no era una lucha a vida o muerte. Ha sido más inteligente, porque internamente ha hecho explosionar muchas barreras con su retorno a la iglesia primitiva y austera, donde el otro, el común, va primero. Jesús, gracias a él, está más en los arrabales que nunca", defiende. Recuerda uno de los lemas del hasta ahora papa: "Mi gente es pobre y yo soy uno de ellos". "Ese es un recordatorio que la Iglesia necesitaba", resalta. "Que su primera entrevista fuese a una hoja parroquial da cuenta de cómo era, por mucha Roma que sea Roma", defiende. 

El Papa Francisco libera una paloma antes de oficiar una Santa Misa en la Catedral Católica del Espíritu Santo en Estambul, el 29 de noviembre de 2014.Stoyan Nenov / Reuters

El "sí a los pobres", como lo llama el sacerdote, es clave para entender sus acciones. "Eligió su nombre como recordatorio de no olvidar nunca a los pobres y como muestra de su compromiso y preocupación por su bienestar. Como resultado, inmediatamente abandonó el lujo en favor de un enfoque más humilde y colegial en su papado. La noche de su elección, regresó al hotel en autobús con los demás cardenales, en lugar de en el coche papal, y decidió no alojarse en el Palacio Apostólico, sino en una casa de huéspedes del Vaticano. Estas son cosas que cualquiera puede hacer, pero que hasta ahora solo él ha hecho: una muestra visible de sus ideales y compasión por los pobres", indica.

Díaz, sevillano especializado en historia de las religiones, resume esa misma idea en un "intento total y logro parcial de retorno al Concilio Vaticano II", emprendido por Juan XXIII en 1959. "Era uno de los referentes de Bergoglio", recuerda. "Ha quitado lentitud y peso al papado, lo ha reactivado como herramienta de acción y no sólo de contemplación o de cuidados sobre el statu quo. En un entorno siempre temeroso de que se pierda la unidad, la ha mantenido pero con voz y apuestas propias y polémicas, desde la transparencia económica al papel de los homosexuales o el cambio climático. Se ha metido en muchos charcos, pero ha sabido nadar y guardar la ropa", dice gráficamente.

Destaca especialmente la vertiente económica: se ha hecho en este papado una reforma de la gestión de las arcas del Vaticano que habían sido objeto de enormes irregularidades, como se ha comprobado en diferentes juicios, entre ellos el que se lleva a cabo en estos meses contra el exsustituto de la Secretaría de Estado el cardenal, Angelo Becciu, como principal acusado. Fue condenado a cinco años de pena

Francisco ordenó la creación de la Secretaría de Economía para la gestión de todo el patrimonio inmobiliario y también aclaró a qué iban los fondos que antes estaban a disposición de la Secretaría de Estado. "Transparencia y control a las cuentas", resume el investigador, que destaca por ejemplo que se adhirió a las normas antiblanqueo de la Unión Europea, por primera vez, añadiendo auditorías independientes de rutina. 

Con su sotana blanca, sus botas negras y su Focus por coche oficial, el argentino abolió las bonificaciones pagadas a los empleados del Vaticano tras la elección de un nuevo papa, donando el dinero a obras de caridad, y también eliminó la bonificación anual de 25.000 euros que se pagaba a los cardenales de la Junta de Supervisores del banco vaticano.

"También ha buscado activamente reformar la Curia Romana, el órgano central de Gobierno que el papa utiliza para dirigir los asuntos de toda la Iglesia Católica, tanto estructural como espiritualmente", dice Jaramillo, que habla de "giro institucional", más allá de meramente económico. "Antes de su primera Navidad, envió un mensaje a la Curia instando a sus miembros a examinarse a sí mismos y a pedir perdón por diversos pecados que enumeró, entre ellos el sentimiento de superioridad, el acaparamiento de dinero, la ambición de poder y la contribución a los efectos dañinos del chisme", añade. "Todo eso le sobraba y por eso denunciaba la patología del poder o los señores que aún parecía que estaban en un feudo", comparte.  

El primer papa sureño fundó una comisión formada por nueve cardenales trabajó para la promulgación de la nueva Constitución "Praedicate Evangelium" (Predicad el Evangelio) que reforma la administración vaticana y sus diferentes dicasterios (ministerios). La creación del gran dicasterio para la Evangelización, en el que se engloba la Congregación para la Evangelización de los pueblos y el Pontificio consejo para la nueva evangelización, y que será presidido directamente por el papa, es la gran novedad de esta gran reforma del pontífice argentino.

El papa forastero, que siempre se sintió un poco así en Roma, también acaba su misión habiendo buscado una nueva diversidad. Nombró a 20 nuevos cardenales de todo el mundo, transformando la imagen de la Iglesia Católica, tanto literal como figurativamente, apenas en sus primeros meses de mandato. Venían de lugares como Tonga, Myanmar y Colombia, representando a amplios sectores de la comunidad cristiana actual y aportando una pluralidad de voces en la siempre homogénea Ciudad del Vaticano. "Casi no hay nada que haga ningún papa que sea tan importante para dar forma a la cultura en la Iglesia como nombrar a sus principales líderes y los cardenales son las selecciones papales más importantes de todas", expone Díaz. 

Ahora ha cambiado totalmente la distribución geográfica del colegio cardenalicio, el que elegirá a su sucesor, con muchos más representantes de países lejanos, de Asia y África, que no encontraban espacio en la Capilla Sixtina, y una menor representación de Europa y de Italia. En su último consistorio, el décimo de su pontificado, el colegio cardenalicio quedó compuesto por 254 purpurados, 140 de ellos electores, informa EFE. Los asiáticos han pasado de 9 a 25 y los africanos de 11 a 18. Además habrá 24 cardenales latinoamericanos, aún lejos de los 55 europeos, y aunque los italianos siguen siendo el grupo más numeroso, su peso ha disminuido en los últimos años: eran 28 sobre los 115 que en 2013 eligieron a Bergogio y hoy serían 18.

No sólo se ha abierto dentro sino fuera, con otras confesiones. No ha habido un papa tan cercano a cristianos ortodoxos, musulmanes o judíos. Lo evidenciaba en su cercanía a los migrantes, de cualquier religión, y en sus viajes. Históricos los encuentros de 2017 en Bangladesh o de Irak en 2021. Quedan para la historia sus fotos con el principal líder religioso chiita, el ayatolá Ali Al Sistani, o el patriarca de Moscú, Cirilo I. Francisco firmó un documento sobre la Fraternidad Humana con el jeque Ahmad al Tayeb, máximo responsable de la universidad egipcia de Al Azhar, el centro de referencia del islam suní.

"Es un proceso que quizá ha quedado a medias pero ha recibido tal impulso, tan simbólico, que no espero una involución", dice Jaramillo, quien recuerda que con Cirilo las cosas se torcieron por su acercamiento al presidente ruso, Vladimir Putin, en la guerra de invasión de Ucrania, pero que espera se puedan reconducir un día. Las relaciones con los judíos, añade, se hicieron más difíciles después de las declaraciones del papa en defensa de los ciudadanos de Gaza, atacados sin apenas tregua desde octubre de 2023, en represalia por los atentados de Hamás. 

El Papa Francisco se sienta entre monjas el día de una audiencia general semanal en el salón Pablo VI del Vaticano, el 5 de febrero de 2025.Remo Casilli / Reuters

Lo más espinoso: mujeres, homosexualidad y abusos

La empatía que generaba en buena parte del mundo Francisco se torcía con cierta frecuencia cuando se veía su vaguedad a la hora de abordar tres debates esenciales: el papel de la mujer en la Iglesia Católica, el respeto a los homosexuales y la acción contra los abusos sexuales en el seno de su institución, especialmente contra menores de edad.

"Comparto totalmente su visión de que la mujer en nuestra iglesia no puede tener sólo un papel de servidumbre. Él ha intentado dignificar su tarea y aprovechar el enorme potencial de su trabajo para la comunidad. Hay más mujeres en puestos de poder", defiende. En los últimos meses de su pontificado nombró a la monja Raffaella Petrini, como "gobernadora" de la Ciudad del Vaticano, mientras que Simona Brambilla también fue la primera prefecta (ministra) al frente de un Dicasterio, el de la Vida Consagrada. Aún quedó en estudio, sin avances, la posibilidad de dar a las religiosas la posibilidad de la ordenación o incluso ser mujeres diáconos. 

A pesar de una reunión de obispos católicos profundamente dividida convocada por el papa Francisco, la Iglesia católica finalmente abrió un poco más sus puertas a los homosexuales. Si bien el matrimonio igualitario sigue estando firmemente descartado, la reunión, insólita, significó una mayor apertura hacia las familias homosexuales, declarando que las personas homosexuales deben ser "recibidas con respeto y delicadeza". Un mensaje aparte de los obispos, dirigido a las familias cristianas, decía: "Cristo quiso que su Iglesia fuera una casa con la puerta siempre abierta para acoger a todos, sin excluir a nadie". 

Ha afirmado muchas veces que ser homosexual "no es un delito, pero sí es pecado" y ha llamado a pelear las leyes "injustas" que criminalizan a las personas del colectivo LGTBI, destacando que Dios ama a todas las personas por igual.

"Algunos dicen que es sólo un pequeño paso en un largo camino -explica Díaz- pero los esfuerzos del papa Francisco demuestran su objetivo de restablecer la apertura y el diálogo en la Iglesia Católica era firme. Insisto: igual no ha avanzado muchos kilómetros, pero es que esta es una carrera en la que nadie, nunca, se había colgado el dorsal. Y es por eso que se relamen los mandatarios de ultraderecha, porque saben que ahora puede haber un volantazo, porque saben que él había emprendido el camino con voluntad". "Si hay que resumir su visión, en este asunto y en todos los demás, es precisamente con la palabra misericordia. Ha sido el papa más misericordioso, porque nunca ha rechazado a nadie", remata. 

"Igual no ha avanzado muchos kilómetros, pero es que esta es una carrera en la que nadie, nunca, se había colgado el dorsal. Y es por eso que se relame la ultraderecha, porque sabe que ahora puede haber un volantazo"

Tampoco a los abusados por sus compañeros, curas y obispos y hasta cardenales, a los que Bergoglio no ha cerrado las puertas, aunque tampoco ha dado la respuesta de verdad, justicia y reparación que deseaban y merecen. A su llegada al "trono de Pedro", el pontífice tuvo claro que uno de sus objetivos era la lucha contra la pederastia en el seno de la Iglesia y la escucha a las víctimas, para lo que creó la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, a la que recientemente exigió un informe anual sobre cómo procede la batalla contra los abusos.

El viaje del papa a Chile en enero de 2018 fue considerada la verdadera línea divisoria en el pontificado de Francisco: en el país sudamericano se vivió un auténtico rechazo a la visita por la mayoría de sus habitantes debido a los escándalos de abusos, y la defensa del pontífice del obispo chileno Juan Barros, acusado de encubrimiento, endureció aún más las opiniones. A su vuelta, encargó una histórica investigación, y en abril de 2018, el papa reconoció haber cometido "graves equivocaciones de valoración" en el caso de Barros, se reunió con las víctimas del sacerdote pederasta Fernando Karadima y convocó a todos los obispos chilenos para relevarlos de su cargo. También disuelvió el Sodalicio, la organización religiosa peruana acusada de décadas de abusos, una decisión especialmente sensible en América Latina. 

En estos años también ha realizado decenas de intervenciones de carácter legislativo y obligado a las diócesis de cada país a ocuparse del tema, algo que, sin embargo, está fallando, pues no en todos los países la Iglesia se ha tomado en serio obligaciones como la de crear centros de atención a las víctimas, mientras que en el Vaticano sigue faltando rapidez y transparencia para informar sobre los casos y las sentencias a los sacerdotes implicados. "Condenen a los abusadores y ayúdenlos a curarse de esta enfermedad del abuso. En la Iglesia hay lugar para todos. No hay lugar para el abuso ni para encubrirlo. Todos serán juzgados", dijo en su viaje oficial a Bélgica, un país que ha sabido abordar el problema de forma ejemplar.

"Está claro que el siguiente papa tiene mucho trabajo por hacer en este campo, que no ha sido suficiente, pero un buen conocedor de las estructuras del poder vaticano sabe lo importante que es todo esto hecho por el papa fallecido. Es hacer lo nunca hecho. Es picar por primera vez en esa mina", dice gráficamente el cura mexicano. "Se destaparon cosas con Juan Pablo II, con Benedicto XVII...", recuerda. "Con el viaje a Chile, Francisco se arrepintió y llamó a todo el mundo a Roma. Fue un terremoto, no puedo usar una palabra menor", defiende. 

Para Díaz, se han establecido protocolos que obligan "a separar a los acusados de su tarea, a tener juicios rápidos y a pedir consecuencias si se comprueban los abusos". "Queda mucha tarea para el papa que venga", asume. "Espero que, con el tiempo, quede de esos protocolos y esa asunción de culpa una imagen luminosa, de un hombre que lo intentó, por grande que fuera el problema", añade.

A ello contribuirán, también, la atención de Francisco a grandes problemas de nuestro tiempo, como el cambio climático y la verdad. La encíclica papal de 2015, Laudato Si, subtitulada "Sobre el cuidado de la casa común", acaparó titulares en todo el mundo y ofreció una contundente crítica del efecto destructivo del capitalismo descontrolado en el planeta. Al ofrecer el análisis más contundente y agudo de la Iglesia sobre las implicaciones del calentamiento global, el llamado de Francisco a escuchar "el clamor de la tierra y el clamor de los pobres" vinculó las causas de la justicia social y ambiental. En las cumbres climáticas de la COP -a las que no asistió en 2023 por problemas de salud como estaba previsto y quería-, el papa enfatizó repetidamente la responsabilidad del mundo desarrollado de mitigar el impacto en las naciones más pobres de su consumo insostenible de recursos.

También histórica, añade el especialista, su apertura al mundo de la ciencia en una institución que en su día declaró hereje a Galileo Galilei. "Por ejemplo, ha tenido muy claro que hay que defender una visión muy científica del origen de nuestro universo, impactando de paso a los creacionistas. Tanto Bergoglio como su círculo apoyaron la teoría del Bing Bang, afirmando que Dios no es un mago con una varita mágica. Esa teoría, dijo el argentino en su día, "no contradice la intervención creadora de Dios… Al contrario, la exige". Para él, la ciencia responde al "cómo" y la religión se centra en el "por qué".

Ahora la duda está en ver lo que dura ese aire fresco de Francisco, vivificante, insuficiente pero que ha dado oxígeno a una Iglesia que más parecía un búnker. La pelea por el poder decidirá.

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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.

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