El arzobispo de Wellington, John Atcherley Dew, tiene que atravesar medio mundo para presenciar el conclave papal. En total, su viaje desde Nueva Zelanda a la Ciudad del Vaticano le llevará entre 30 y 40 horas en dos aviones distintos. Se trata del obispo más lejano a la Santa Sede. 

Según publica el medio Abc, como participante en la votación, Atcherley Dew tendrá que estar en Roma en dos semanas. Él es uno de los 133 purpurados que están habilitados para participar en la elección del nuevo Santo Padre que sustituya a Francisco.

El sacerdote "fue una de las apuestas del papa por nombrar un Consejo Cardenalicio con mayor presencia de países alejados del núcleo occidental", reza la publicación del periódico. De hecho, es considerado "progresista", como lo era Francisco, y ha tenido algunos roces con facciones más tradicionales del seno de la Iglesia, por "su apoyo a los divorciados que vuelven a contraer matrimonio o su simpatía con aquellos que no profesan la fe".

De acuerdo a la información difundida, en Nueva Zelanda, sólo el 15% de la población son practicantes de la religión católica, y "es una de las comunidades pastorales más pequeñas del mundo, con 14.000 fieles". La última vez que piso Roma fue en 2015, en su nombramiento cardenalicio.