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Las limitaciones de la "isla energética" ibérica: la falta de interconexiones que ha podido complicar el apagón
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Las limitaciones de la "isla energética" ibérica: la falta de interconexiones que ha podido complicar el apagón

La Comisión Europea insiste en la necesidad de que los países miembros amplíen y mejoren sus flujos de electricidad, pero los proyectos avanzan con lentitud. En el caso de España, las reticencias de Francia son uno de los problemas principales. 

Tendido eléctrico a su paso por Ronda (Málaga), en el atardecer del día del gran apagón, el 28 de abril de 2025.Jon Nazca / Reuters

El apagón histórico que vivieron España y Portugal este lunes nos debe aún muchas respuestas. Las aguas vuelven a su cauce, pero se desconoce el origen de la caída a cero total del suministro, aunque ya se ha descartado que haya habido algún tipo de "intrusión", de ciberataque o de agresión híbrida, tan a la orden del día en estos tiempos convulsos. Una de las preguntas que sobrevuela este incidente es qué hubiera pasado si la península ibérica hubiera estado mejor conectada con otras redes energéticas europeas, si eso hubiera evitado el colapso total de país que llevará al 28 de abril de 2025 a los libros de historia. Lo cierto es que no se puede dar una respuesta categórica a esa pregunta. 

Es de suponer que habría ayudado a superar la crisis pero, también, es posible que esas canalizaciones hubieran servido para contagiar el problema a otras latitudes. En general, se entiende que con más flujo la recuperación habría sido, como poco, más rápida, y los dos países habrían sido menos isla de lo que ahora son. Hoy, los sistemas de los vecinos están estrechamente conectados entre sí, pero con muy pocas ramificaciones hacia el norte, hacia el resto del continente, con Francia como formidable cuello de botella. Y eso asfixia cuando vienen mal dadas. 

La Comisión Europea (CE) lleva años queriendo cambiar ese escenario, sacudida por constantes crisis económicas desde la pandemia de covid-19. Por beneficio español y luso y, también, por beneficio común. El equipo de Ursula von der Leyen anima a los 27 socios encarecidamente a que construyan más interconexiones -esto es, líneas y subestaciones que permitan el intercambio de energía entre países vecinos- y se apoyen y nutran mutuamente, dependiendo de las necesidades. Un llamamiento que casi ya es a voz en grito desde que Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022 y obligó a los europeos a intentar desligarse del petróleo y del gas del invasor. 

Los argumentos de Bruselas son claros: una red más tupida mejoraría la seguridad energética, facilitaría el flujo eléctrico transfronterizo y reduciría la dependencia crítica, tanto de países como el nuestro como respecto a regímenes tóxicos como el ruso. Son ideas que están, negro sobre blanco, en dos documentos esenciales: el reglamento de 2013 con orientaciones sobre las infraestructuras energéticas transeuropeas (remozado en 2022) y el Ten Year Network Development Plan 2024, de la Red Europea de Gestores de Redes de Transporte de Electricidad (ENTSO-e). 

Ajustada capacidad de respuesta

Aunque tanto Lisboa como Madrid, que comparten mercado, dicen que están en sintonía con la CE en esa apuesta por la interconexión, los avances están siendo lentos, más aún a la vista de los hechos del lunes. El economista Martín Recio explica que uno de los principales problemas, más allá de "la burocracia, el coste y la pertinencia de los proyectos", es que Francia "no ha puesto históricamente las cosas fáciles" para estas infraestructuras, que por pura geografía pasan sí o sí por su suelo o sus aguas. "Eso limita la capacidad de que haya una respuesta rápida cuando se da alguna alteración de calado o un cambio brusco en la demanda, por ejemplo". 

A su entender, "a más conectividad, menor riesgo de estar, como hemos estado, 22 horas sin suministro garantizado", "más fortaleza de la posibilidad de acompasar demanda y oferta" y "también más facilidad para importar energía, del país que sea". 

La "reacción en cadena" no es descartable, pero entiende el experto que es "más asumible" entre diversos estados y el impacto, "desde luego, sería menor tomando cada caso individualmente". "Puede que se transfiera algo del problema a otros estados, pero la amortiguación del golpe, por decirlo de alguna manera, compensa, sin contar con el interés económico que supone que todos los europeos nos alimentemos unos a otros con nuestra energía, sin servidumbres externas y con variedad de orígenes". 

Y se explica: el sur puede aportar solar al resto de Europa y el norte, eólica. "Todo limpio", defiende. "Si añadimos a eso un plan de generación de hidrógeno solvente y un muy necesario mejor almacenamiento energético, la Unión puede mejorar mucho la estabilidad de su sistema actual", defiende. "Crisis como la del apagón son la confirmación de que ese es el camino", insiste. 

Calles sin electricidad durante el gran apagón en A Coruña, el 28 de abril de 2025.Gustavo de la Paz / Europa Press via Getty Images

En el informe de ENTSO-e, conocido en febrero pasado, se deja claro que hay una brecha de flujo, que hay áreas críticas y notables mejoras que abordar, en un horizonte ideal que plantea en 2050. En un texto empapado de una mentalidad ambiental a la par que empresarial, se repite la idea de "reducir la vulnerabilidad" si el dibujo de las líneas es más tupido. Lamenta que no hay desarrollos "suficientes" de interconexiones y que los que se acometen no van precisamente rápidos. Entre otras cosas, porque hay que mejorar la "coordinación" entre los estados miembros en "la integración y el despliegue". Sin esa alianza, el sistema no será ni robusto ni resiliente. 

Europa ha llegado a amenazar a los países con obligarlos a dar pasos si no se ponen las pilas porque, insiste, hay que evitar las crisis, hay que evitar las dependencias, hay que mejorar la industria verde y no hay que perder competitividad por sobresaltos energéticos, que lastran el mercado único. Hacen falta, para ello, planes de conexión, sean públicos, privados o mixtos, dice el reglamento, que define cómo hay que declarar los "proyectos de interés común".  

En ese documento se establecen 11 corredores prioritarios para la UE, dos de los cuales afectan a España: uno es el eje norte-sur de Europa Occidental, para unir a socios con la región del Mediterráneo, que incluye a la península ibérica y apuesta sobre todo por renovables, que es el que tan bien hubiera venido ayer; y el otro es la conexión de hidrógeno de Europa Occidental, impulsado en 2022 con un pacto bilateral para crear un "corredor de energía verde" entre Barcelona y Marsella. Se supone que aportará el 10% del hidrógeno que Europa necesitará en 2030. Fue lo único que pudo salir adelante, tras el abandono del llamado MidCat, un gasoducto inacabado entre la península Ibérica y Francia, vía Pirineos.

Las conexiones...

En el apagón del lunes, Francia y Marruecos, los países más cercanos, ayudaron a la península ibérica a restablecer la electricidad. El primero envió 2.000 MW a través de las interconexiones que tiene vía Cataluña y el País Vasco. El segundo arrimó el hombro a través de siete cables submarinos entre Ferdigua y Tarifa, movilizando hasta el 38% de su capacidad total de producción, 519 MW. España cuenta además con conexiones con Portugal, que obviamente no podía asistir porque estaba pasando por el mismo problema, y con Andorra, que tampoco podía esta vez hacer mucho ante el hundimiento generalizado. 

España dispone ya hoy de una interconexión con Francia por los Pirineos. Su historia se remonta a 2008, cuando los Gobiernos español y francés firmaron en Zaragoza el acuerdo para la interconexión eléctrica entre ambos países, una propuesta declarada de interés europeo y que supuso una inversión de 700 millones de euros. Aquella negociación costó 17 años.

Meses después, en octubre, Red Eléctrica de España (REE) y RTE -su equivalente francés- constituyeron una sociedad mixta llamada Inelfe. En febrero de 2012, comenzó la perforación del lado español del túnel, mientras que en octubre, se inició en suelo francés. Puesto en servicio en octubre de 2015, el proyecto consta de una línea eléctrica en corriente continua totalmente subterránea con una longitud de 64,5 kilómetros que, en la parte española, discurre paralela a la autopista AP-7 y al tren de alta velocidad.

Enlaza los municipios de Santa Llogaia, cerca de Figueres, en Girona, con Baixàs, próximo a Perpiñán, en el Rosellón galo. Tiene un trazado soterrado en zanja de hormigón, excepto el tramo que cruza los Pirineos, que es por un túnel de 8,5 kilómetros por el macizo de la Albera, paralelo a la línea ferroviaria de alta velocidad. El proyecto incluyó la construcción de dos estaciones conversoras, en Santa Llogaia y Baixas, respectivamente, para transformar la corriente y poder enlazar la interconexión con ambos sistemas eléctricos.

Esta obra ha permitido duplicar la capacidad de intercambio de electricidad entre ambos países, de 1.400 a 2.800 megavatios (MW), otorgando una mayor seguridad, estabilidad y calidad de suministro.

Una tuneladora, trabajando en la interconexión eléctrica España-Francia por los Pirineos orientales, en una imagen de Red Eléctrica.Prensa de Red Eléctrica Corporación

Hace un año y en París, los dos Ejecutivos, de nuevo, debatieron la posibilidad de impulsar varios proyectos de futuras infraestructuras energéticas, aunque sin avances concretos. La más importante es la interconexión eléctrica submarina por el golfo de Vizcaya, que fue designada proyecto de interés común en 2013.

Como figura en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), se trata de una interconexión de 400 kilómetros de longitud, de los cuales aproximadamente 100 kilómetros son terrestres y 300, submarinos. Son dos enlaces eléctricos independientes, que van de Cubnezais (Francia) a Gatica (España) y con un coste estimado que empezó siendo de 1.750 millones de euros y ya va por unos 2.400, sostiene la Agencia EFE, pero que es apenas una aproximación hasta para el propio operador y transportista: Red Eléctrica de España comunicó a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMV) en 2023 que el proyecto se había encarecido hasta los 3.100 millones de euros, lo que suponía casi un 80% más respecto a la inversión prevista inicialmente. 

Este proyecto permitirá que la capacidad de interconexión entre España y Francia llegue a los 5.000 MW (prácticamente duplicaría los 2.800 actuales), lo que servirá para reforzar la seguridad y la calidad del suministro en estos sistemas, avanzar en la integración de renovables y aumentar la eficiencia, generando ahorros para los consumidores.

A pesar de su trascendencia, esta iniciativa, que permitirá a estos países beneficiarse de 7.430 gigavatios hora (GWh)/año de electricidad libre de emisiones, ha sufrido retrasos y está por ver cuándo terminará su construcción y se pondrá en marcha. Los trabajos han avanzado en los últimos meses y ahora ya van al ritmo previsto, por lo que podría entrar en servicio en 2028. Quedan tres años por delante en los que todo, de nuevo, puede pasar, de ahí que esta mañana el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, haya anunciado que va a hacer desde ya reformas en el sistema y a pedir cuentas del fundido a negro a los operadores privados. 

Los objetivos de interconexión que se había fijado la Unión Europea debían ser del 10% de la capacidad instalada para 2020 y del 15% para 2030. Hoy eso es una asignatura pendiente. "En conjunto, el porcentaje de interconexión de la península Ibérica -España y Portugal- con el resto de Europa continental es del 2%", según la Redeia (nombre comercial de REE), cita el periodista económico Santiago Carcar en El País, en una tribuna de lectura obligada ante este debate, en la que explica por qué el sistema está "cogido con pinzas". 

... y las desilusiones

¿Por qué no han ido más allá las cosas con Francia, con lo necesario que es un acuerdo? Recio indica que "la Comisión de Regulación de la Energía francesa siempre expone que los análisis de costo-beneficio no justifican nuevas interconexiones" y que "hay que centrarse en el cable en construcción a través del Golfo de Vizcaya". Sus argumentos para dar ese "no" son "la congestión en la red francesa, la necesidad de refuerzos significativos y cuestiones de aceptabilidad local". 

Esta negativa ha llevado a la exclusión temporal de dos proyectos transpirenaicos más, uno entre Aragón y los Pirineos Atlánticos (150 kilómetros) y otro entre Navarra y las Landas (80 kilómetros), contemplados de inicio en el PNIEC, que quedaron descartados el pasado octubre. Ambos estaban incluidos en una lista de Proyectos de Interés Común (PIC) europeos de 2021 y la idea era tenerlos en 2030; ahora se dice que el horizonte será "posterior" a ese año, posiblemente en 2035. 

El presidente francés, Emmanuel Macron, y el español, Pedro Sánchez, en el Palacio de la Moncloa, el 26 de julio de 2018, durante una rueda de prensa conjunta.Pablo Blázquez Domínguez / Getty Images

Este retroceso "genera más incertidumbre en el sector eléctrico español y afecta especialmente a la generación fotovoltaica", ahonda el economista, que cree que realmente "no hay mucho interés den otro lado" en que cuajen estos proyectos.

En términos generales, los programas de intercambio de energía eléctrica de España con otros países cerraron 2024 con saldo exportador por tercer año consecutivo, revela el último informe sobre el sistema elaborado por Red Eléctrica. Sin embargo, el saldo neto anual de intercambios programados con Francia fue importador. Esto rompió con dos años consecutivos de saldo exportador.

En la interconexión con Portugal, el saldo neto anual fue exportador, por sexto año consecutivo, con un valor de 10.199 GWh, que supera al máximo saldo exportador registrado en 2023, de 9.968 GWh. También fue exportador con Andorra, con un valor de 235 GWh (un 2,1 % menos en comparativa interanual), y con Marruecos, este por tercer año consecutivo, con un valor de 2.537 GWh, frente a los 1.853 GWh del año anterior.

Ahora está por ver si el súperapagón cambia las cosas y llegan esas interconexiones que, si no salvadoras, sí que podrían haber sido un bálsamo para la red eléctrica ibérica. 

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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.

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