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Cónclave, día 2: los cardenales se preparan para debatir, votar y elegir al nuevo papa

Cónclave, día 2: los cardenales se preparan para debatir, votar y elegir al nuevo papa

Pietro Parolin y Luis Antonio Tagle se perfilan como los favoritos, mientras miles de fieles esperan ver en la plaza de San Pedro si la fumata es de color blanco o negro.

La chimenea instalada en el tejado de la Basílica de San Pedro de la que están pendientes millones de católicos.Yara Nardi

La segunda jornada del cónclave más numeroso y geográficamente diverso de la historia arranca este jueves en el Vaticano con hasta cuatro oportunidades para elegir al que será el sucesor del papa Francisco, muerto el mes pasado. Los 133 cardenales reunidos en la Capilla Sixtina deberán llegar a un consenso para alcanzar los 89 votos necesarios y que para nombrar al nuevo pontífice. Tras la fumata negra del miércoles, todas las miradas vuelven a dirigirse hacia la pequeña chimenea del tejado de la Basílica de San Pedro.

La jornada empezará temprano y puede ser decisiva. Está previsto que se celebren hasta cuatro votaciones, dos por la mañana y otras dos por la tarde. La primera fumata saldrá, si todo transcurre como está previsto, entre las 10:30 y las 12:00 horas. Si es negro, como el de ayer, habrá nuevas rondas por la tarde, con otra votación entre las 17:30 y las 19:00 horas. Cada votación representa una nueva posibilidad de consenso. Si alguien consigue los votos que marcan la mayoría cualificada necesaria, el humo será blanco y el mundo se preparará para conocer después al que será el nuevo pontífice. Si no, a seguir esperando.

De momento, las apuestas siguen centradas en Pietro Parolin, italiano y ex número dos del Vaticano, y en el filipino Luis Antonio Tagle, muy bien considerado en los círculos más aperturistas. Pero esto es un cónclave, y aquí las sorpresas forman parte del guion. Si los votos se atascan entre los favoritos, los cardenales podrían empezar a mirar hacia otras figuras como Jean-Marc Aveline, Peter Erdo, Robert Prevost o Pierbattista Pizzaballa.

Una pista de por dónde podrían ir las cosas la dio la misa Pro eligendo pontifice que se celebró horas antes de que los cardenales se encerrasen en la Capilla Sixtina. Durante la liturgia, el cardenal Giovanni Battista Re, decano del colegio cardenalicio, felicitó a Parolin con un llamativo "auguri e doppi". La frase, que se oyó claramente en la retransmisión de la televisión del Vaticano, ha levantado más de una ceja. Porque en un cónclave, hasta un gesto puede leerse como guiño.

Mientras dentro de la Capilla Sixtina se barajan nombres y alianzas, el ritual sigue siendo el mismo desde hace siglos. Los cardenales, completamente incomunicados, sin móviles ni ordenadores, escriben a mano el nombre de su candidato. Lo hacen en silencio, uno a uno, con solemnidad. Antes de depositar su papeleta, juran sobre los Evangelios que votan en conciencia y que guardarán secreto sobre todo lo que ocurre entre esos muros. Después, al finalizar cada ronda, las papeletas se queman en una estufa de hierro fundido colocada en 1939. El humo que sale por la chimenea —negro si no hay acuerdo, blanco si ya lo hay— se convierte en el mensaje más esperado por los millones de católicos que miran al Vaticano. Una tradición que no ha perdido ni un gramo de emoción.

La primera fumata se hizo esperar

El cónclave arrancó oficialmente el miércoles a las 17.46, cuando el Maestro de Ceremonias, Diego Ravelli, pronunció el tradicional "Extra Omnes" —"Todos fuera"— y se cerraron las puertas de la Capilla Sixtina. Los cardenales, que previamente habían participado en una oración inicial en la capilla Paulina, procesionaron hasta la Sixtina atravesando la majestuosa Sala Regia, guiados por una cruz procesional y envueltos por los frescos de Miguel Ángel y otros maestros del Renacimiento. Dentro de la capilla, cantaron el "Veni, Creator Spiritus" y, uno a uno, juraron guardar el secreto sobre lo que allí ocurriera.

La primera votación, celebrada ya entrada la tarde, concluyó con fumata negra. Pero no fue inmediata: el humo tardó en salir y no apareció hasta las 21.00. Ese retraso alimentó los rumores entre los periodistas y sembró la impaciencia entre los fieles. Algunos especulaban con problemas técnicos, otros con un posible aplazamiento. El ambiente en la plaza, hasta entonces soleado y animado, se tornó tenso y frío al caer la noche.

Afuera, mientras tanto, la Plaza de San Pedro sigue llenándose. Más de 30.000 personas se congregaron el miércoles para seguir la primera fumata en directo, según informó la policía de Roma. Sin embargo, la espera se alargó más de lo previsto. Algunos pensaban que los cardenales habían aplazado la votación, otros hablaban de problemas técnicos.

Stefania, una romana entrevistada por EFE, confesaba tras más de tres horas bajo el cielo vaticano: "Me he cansado muchísimo, pero estaba convencida de que lo habrían elegido". Otras voces, como la de Juan, un argentino de vacaciones en Roma, mostraban más paciencia: "No me duelen los ojos pero sí los pies, aunque valió la pena porque es histórico". También Luis, un mexicano que vive en Roma, llegó casi en el último momento gracias a un aviso familiar. "Queríamos vivir una experiencia que jamás esperas vivir... pero igualmente es emocionante todo el ambiente", contaba. Esta vez, asegura, no hará falta que nadie le avise: estará desde primera hora.

A ellos se sumaban Diego, un estudiante gallego que viajó a Roma por su cuenta "por si sonaba la flauta", y la familia argentina de Ilda, que estaba a punto de irse cuando vio salir la humareda: "Se hizo largo, pero mereció la pena. Mis hijos fliparon con el momento". Como muchos, volverán a probar suerte este jueves. El humo puede salir en cualquier momento. Y con él, quizás, el nombre del nuevo papa.

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