La isla española que fue fortificada para una gran invasión militar que nunca llegó a ocurrir
Se levantaron más de 50 búnkers.

Durante años, una de las islas Canarias se convirtió en un enclave estratégico militar ante el temor de una invasión que finalmente no se produjo. A mediados del siglo XX, en plena Segunda Guerra Mundial, el régimen franquista construyó decenas de fortificaciones a lo largo de la costa de Fuerteventura, anticipándose a una posible ofensiva de los Aliados.
Se llegaron a levantar más de 50 búnkers y estructuras defensivas, especialmente en el litoral oriental de la isla. La preocupación principal era una posible operación militar británica en el marco de la conocida como “Operación Pilgrim”, diseñada por el Reino Unido ante una posible entrada de España en el conflicto junto a las potencias del Eje.
La iniciativa surgió del régimen franquista en los años posteriores a la Guerra Civil, en un contexto de cercanía ideológica con la Alemania de Hitler. España solicitó asesoramiento militar a Alemania, y el capitán alemán Krauss elaboró un informe con propuestas defensivas específicas para Canarias. Las construcciones, sin embargo, se realizaron con materiales pobres y escasos medios técnicos.
Los restos de una guerra que no ocurrió
Aún pueden verse estas estructuras a lo largo de la costa de Fuerteventura, en lugares como Corralejo o el Parque Natural de las Dunas. Algunas están parcialmente enterradas, oxidadas o reconvertidas en miradores. Aunque nunca entraron en combate, siguen siendo los restos de una época de aislamiento y tensiones internacionales.
Tras el fin de la guerra, las defensas perdieron su función original y quedaron abandonadas. La historia de estas construcciones refleja un conflicto mundial que, aunque no llegó a las islas, dejó su huella en el paisaje. Los restos dispersos de aquellas fortificaciones permanecen en pie, convertidos en parte del entorno natural y turístico, aunque pocos conocen la razón de su existencia.