El 'Pearl Harbor' de Rusia: así fue el golpe letal de Ucrania a la aviación estratégica de su ocupante
Año y medio de trabajo de inteligencia, un ataque en la retaguardia a base de UAV baratos y sin levantar sospechas ni activar alertas. Normal que la prensa local compare la Operación Telaraña con los mejores golpes del Mossad israelí.

La ofensiva sorpresa efectuada por la Armada Imperial Japonesa contra la base naval de los Estados Unidos en Pearl Harbor en la mañana del domingo 7 de diciembre de 1941 marcó el mayor desastre conocido del todopoderoso ejército norteamericano. No lo vio venir y quedó desarbolado en el frente oriental, con 188 aviones perdidos y 2.403 militares muertos. Un golpe que obligó a Washington a entrar de lleno en la Segunda Guerra Mundial.
Pues con esa catástrofe nacional que conmocionó profundamente a EEUU se está comparando el golpe que este domingo propinó el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) a Rusia, al destruir al menos 40 aviones de combate rusos en varias bases de la retaguardia enemiga. Moscú tampoco lo vio venir y lo ha pagado, demostrando lo ineficaz de su autodefensa y la incapacidad de protegerse lejos del frente de batalla. El resultado es la pérdida, parcial pero significativa, de su aviación estratégica.
Son los propios blogeros de defensa rusos los que están haciendo la comparación con Pearl Harbor, de tan duro que ha sido el ataque de la llamada Operación Spiderweb, es decir, Telaraña. Según han desvelado los servicios de inteligencia ucranianos, el plan, comandado en todo momento por el presidente Volodimir Zelenski, ha tardado año y medio en prepararse, se ha perpetrado con 117 drones comprados por Kiev pero enviados a suelo ruso (con un coste de 430 euros por unidad, nada en cuestiones de armamento) y han ido a por algunas de las joyas de la corona rusa: el TU-95 (el gran bombardero estratégico conocido como Bear), el TU-22M3 (un bombardero supersónico de largo alcance) y el A-50 (su avión de alerta temprana y control).
La audacia de su jugada es tal que la prensa ucraniana la equipara con la de los grandes golpes del Mossad, el servicio secreto de Israel, como cuando atacó a Hizbulá en Líbano a través de sus buscas, el pasado septiembre. Mucho ingenio, mucha paciencia. Ucrania sostiene que le ha compensado esperar porque sus ataques de ayer causaron daños en el 34% de los bombarderos estratégicos rusos que llevaban misiles de crucero, por un valor total de 7.000 millones de dólares. Este dato no se ha podido verificar de forma independiente pero, como poco, la misión es ya un formidable golpe de propaganda, del que los ucranianos estaban muy necesitados y en un momento clave, cuando se retoman los contactos directos con Rusia para negociar un alto el fuego.
"Ya han tenido otros éxitos militares notables desde la operación militar especial, como la llama Rusia, como el hundimiento del buque insignia de la flota rusa del mar Negro, el Moskva, y el bombardeo del puente Kerch, ambos en 2022, más un ataque con misiles al puerto de Sebastopol, el año siguiente. También es importantísima la invasión de Kursk, el pasado agosto, que aún no ha terminado, pero lo de este domingo es un revés de inteligencia muy elaborado y de enorme efecto, palpable, desde ya. Hoy mismo podrían haber salido esos aviones a bombardear ciudades, objetivos civiles", explica a El HuffPost el coronel español retirado Manuel Gutiérrez.
Los detalles aportados por Kiev -o sea, sólo lo que se nos deja saber- son de orfebrería fina: tras 18 meses de trabajo, decenas de pequeños drones fueron introducidos ilegalmente en Rusia, almacenados en compartimentos especiales de madera a bordo de camiones de carga, llevados a al menos cuatro lugares diferentes, a miles de kilómetros de distancia de las trincheras, y lanzados remotamente hacia bases aéreas cercanas.
En concreto, se ha golpeado en las bases de Bélaya, Diagilevo, Olenya e Ivanovo, que se han visto en llamas, aunque también se escucharon explosiones en lugares como el aeródromo militar de Voskresensk. No hay muchos detalles de lo ocurrido por parte de las autoridades rusas: el Ministerio de Defensa de Rusia confirmó que "varios aviones se incendiaron" tras un ataque con drones contra bases en las regiones de Murmansk e Irkutsk, ubicadas en el Ártico ruso y el este de Siberia. Los incendios fueron contenidos, dijo el ministerio, y no causaron víctimas. Del alcance del daño material no se sabe nada. Defensa confirmó también que los drones no fueron lanzados desde territorio ucraniano, sino "en las inmediaciones de las bases aéreas". "Los sospechosos han sido arrestados", ahondó la nota. Kiev insiste en que su gente salió a tiempo y está a salvo. Otra vez el choque de narrativas.
Según el popular bloguero ruso Rybar, que acusó a su Ejército de "negligencia", Kiev logró alcanzar 13 bombarderos: ocho Tu-95MS, cuatro Tu-22M y un An-12. "Es una trágica pérdida para toda la flota aérea rusa", escribió en Telegram. "Si se confirma, el mayor premio para Kiev podría ser dañar un A-50, que Rusia utiliza para coordinar sus aviones de combate y detectar misiles de defensa aérea ucranianos. Se cree que quedan menos de 10 de estos aviones en servicio. Este sería el tercero que Rusia pierde desde la invasión a gran escala de Ucrania, tras el derribo de dos más con misiles tierra-aire por parte de Ucrania a principios de 2024", añade el diario Moscow Times, citando fuentes de seguridad ucranianas.
El sistema parece de película: esas cajas de madera -imposible que las redes no hagan paralelismos, también, con el caballo empleado por los griegos en Troya- cargadas de drones, llevadas a los alrededores de las bases por camioneros que no tenían ni idea del porte que llevaban, que en un momento dado se abrían por una trampilla en el techo y, de ahí, salían los UAV, entraban en las bases y atacaban los aviones que descansaban en las pistas. El sueño de los justos acababa en fuego. "Cuando dice Zelenski que esto se estudiará en los libros de Historia es que es así", indica el mando español.
El sistema, añade el antiguo militar, ha demostrado ser "muy efectivo", porque "no ha comprometido ni un sólo avión", pero deja aún muchas preguntas en el aire: ¿quién ha manejado los drones? ¿Algún piloto que estaba cerca y también ha entrado de forma ilegal en Rusia o un militar que lo ha manejado en la distancia, de forma muy muy remota? Los aviones no tripulados apenas tienen unos kilómetros de autonomía, así que tenían que estar estratégicamente situados cerca de las bases. ¿Alguien les dio la información apropiada? ¿Han empleado algún tipo de Inteligencia Artificial?
Más: ¿Por qué los servicios de alerta de Rusia no saltaron en ningún momento? ¿Es que no son tan sofisticados lejos del campo de batalla, es que se revisan poco porque no se temen ataques en la retaguardia, es que sonaron y nadie detectó el peligro real?
A lo bien diseñado de la andanada se suma el efecto realmente trascendente que tiene en la invasión de su país. "Estos bombarderos estratégicos son capaces de lanzar ataques de largo alcance contra nosotros. Sólo hay 120 y atacamos a 40. Es una cifra increíble", ha explicado el analista Serhii Kuzan a la televisión pública ucraniana. Aún no se sabe si esas cuatro decenas de aviones han quedado completamente inutilizados pero sólo con que tengan que ser reparados ya supone una "alteración importante" de los planes de Vladimir Putin. Lleva tiempo.
La importancia de los aviones atacados
Los bombarderos estratégicos portadores de misiles en cuestión, el Tu-95, el Tu-22 y el Tu-160 ya no se fabrican, por lo que repararlos será difícil y reemplazarlos, imposible, explica en su canal de Telegram el bloguero militar ucraniano Oleksandr Kovalenko. La pérdida del avión supersónico Tu-160, dijo, se sentirá especialmente. "Hoy, las Fuerzas Aeroespaciales Rusas perdieron no sólo dos de sus aviones más raros, sino verdaderamente dos unicornios de la manada", escribe. La diana era un bien escaso e irremplazable. Win win.
¿Por qué son tan clave estos aparatos? Lo explica Gutiérrez: los bombarderos Tu-95, por ejemplo, son los culpables de un ataque a gran escala con misiles Kh-101 contra Ucrania a principios de este año y se han utilizado ampliamente desde la invasión a gran escala de febrero de 2022 y, por lo tanto, "son un objetivo vital para el Ejército ucraniano". Cada bombardero puede transportar ocho misiles de crucero guiados, y cada misil lleva una ojiva de 400 kilos, a su vez. El alcance de las armas es de miles de kilómetros, lo que permite a estas aeronaves estratégicas desplegarse con relativa seguridad dentro del espacio aéreo ruso.
Igual de significativa es la pérdida reportada de un A-50, el equivalente ruso del AWACS (Sistema de Control y Alerta Aerotransportada), cuya función es detectar aeronaves y misiles enemigos y enviar esos objetivos a los cazas rusos. Desempeña una función de gestión de los recursos aéreos, "proporcionando una visión general y una dirección".
Para Ucrania es un respiro grande: los misiles que son lanzados contra sus ciudades plantean un problema particularmente serio a su defensa aérea, que no logró por ejemplo interceptar ninguno de los nueve misiles lanzados contra el país la noche del 24 de mayo, la más sangrienta desde el inicio del conflicto, con 12 muertos y 50 heridos. Debido a su velocidad y maniobrabilidad, esos misiles sólo pueden ser derribados con otros misiles, los que salen de los sistemas Patriot de fabricación estadounidense o los SAMP-T franco-italianos. Ucrania se quedó sin misiles SAMP-T a finales de mayo y ha solicitado más Patriot a Washington, pero el secretario de Estado, Marco Rubio, ya ha dicho: "Francamente, no tenemos".
Y más allá de lo destrozado, está el cómo: el uso de drones en al menos uno, tan cerca de los objetivos, "significa que los sistemas tradicionales de autodefensa rusos, como los misiles antiaéreos de largo alcance S-300/S-400, e incluso sus homólogos de menor alcance, los Pantsir SA-22, son ineficaces". Esto también significa que "hubo poca advertencia de que tal ataque se avecinaba para llevar las aeronaves a la relativa seguridad de los refugios reforzados". "Todo esto, exagere o no Kiev lo logrado, pone de manifiesto la vulnerabilidad de importantes activos militares en el interior del propio territorio de la Federación Rusa", destaca. Los memes que circulan en las redes sociales ucranianas dan fe de la corriente de burla que ha generado la misión a 4.600 kilómetros de la línea del frente.
Y daño físico aparte, la Operación Telaraña envía otro mensaje crítico, no sólo a Rusia sino también a los aliados occidentales de Ucrania: Kiev puede y no ha perdido la guerra. Este golpe lo ha llevado a cabo sin informar siquiera a las autoridades norteamericanas, las que están apretando para que se logre un alto el fuego con Moscú, en condiciones poco ventajosas para el invadido. No se ha usado armamento occidental, sino material producido en las factorías de defensa patrias, que están sorprendiendo al mundo por la originalidad de sus productos, su versatilidad, adaptación al campo de batalla e ingenio ante la precariedad.
El periodista de defensa ucraniano Illia Ponomarenko, en un mensaje en la red social X, hace referencia a la reunión entre su presidente, Zelenski, con el norteamericano Donald Trump en el Despacho Oval, el 28 de febrero pasado. Aquella humillación. El republicano dijo cosas como que "A Ucrania sólo le quedan seis meses", "No tienes cartas" y cosas así. Ponomarenko muestra que las cosas no son así y el ataque de ayer lo evidencia. Resulta que Ucrania sí tiene algunas cartas después de todo. Tanto que el especialista va más allá: "Entonces, si los servicios especiales de Ucrania son capaces de hacer eso, esencialmente significa que pueden matar a Putin", escribe.
Cita en Estambul, parte II
El momentum elegido por Kiev es tan importante como lo destruido: el día antes de que se retomasen, hoy, los contactos directos con Rusia en Estambul (Turquía). Hasta ahora, Moscú y Kiev no han logrado ponerse de acuerdo ni siquiera a la hora de intercambiarse de antemano los memorándums de arreglo y la lista de condiciones para un alto el fuego. Hace dos semanas, en la primera ronda de estos contactos, Putin mandó a su delegación con la bravuconería del que avanza en el campo de batalla. Hoy las tornas han cambiado: el golpe de efecto es ucraniano.
Ucrania envió las condiciones, entre las que figura, según las filtraciones a la prensa, un alto el fuego incondicional por tierra, mar y aire, y medidas de confianza como el canje de todos los prisioneros de guerra y el retorno de todos los niños trasladados a Rusia, lo que motivó la expedición de una orden internacional de arresto contra Putin. Kiev también exige garantías de seguridad, se niega a ser neutral -puede ingresar en la OTAN si existe un consenso en el bloque- y descarta la imposición de límites al tamaño de su ejército, líneas rojas para el Kremlin.
A su vez, admite la posibilidad de que se levanten las sanciones internacionales contra Moscú, aunque sólo de manera gradual, mientras los activos congelados rusos en Occidente se utilizarán para la reconstrucción de Ucrania.
Mientras, Rusia mantiene sus propuestas en secreto y sólo las expondrá una vez arranque hoy la reunión en la ciudad turca. Moscú, según las filtraciones a la prensa, exige que la OTAN se comprometa por escrito a no expandirse hacia las fronteras rusas, es decir, renunciar a admitir en su seno a Ucrania, Georgia y Moldavia.
El embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia, aseguró que son condiciones indispensables para un cese de las hostilidades que Occidente suspenda los suministros de armas y que Kiev cese la movilización de nuevos soldados. "Si es necesario, vamos a continuar luchando tanto como haga falta", advirtió el viernes ante el Consejo de Seguridad.