Por favor, habilita JavaScript para ver los comentarios de Disqus.
Canadá vota tras la era Trudeau, en una cita a la que el 'efecto Trump' ha dado la vuelta

Canadá vota tras la era Trudeau, en una cita a la que el 'efecto Trump' ha dado la vuelta

El primer ministro se marchó con las encuestas hundidas y nadie esperaba que sus liberales remontasen, pero cuando los conservadores daban la victoria por segura llegaron los aranceles y la amenaza expansionista de EEUU. Todo ha cambiado. 

El liberal Mark Carney, actual primer ministro de Canadá, y el conservador Pierre Poilievre, líder de la oposición, en sendos actos de campaña en Edmonton, este abril.Artur Widak / NurPhoto / Getty

Llegó la hora. Canadá, gobernada por el carismático Justin Trudeu desde noviembre de 2015 y hasta el pasado marzo, pasa página de su era de casi una década con la elección de un nuevo primer ministro. En las elecciones de este lunes están llamados a las urnas 28 millones de ciudadanos, en una cita clave que se ha visto completamente alterada por un factor ajeno, externo, inesperado: se llama Donald Trump y es el presidente de Estados Unidos. 

La imposición de aranceles que gravan el comercio con las empresas canadienses y el empeño del republicano en insistir en que usará "la fuerza económica" para hacerse con suelo del vecino del norte ha dado un vuelco a la campaña y ha hecho que los liberales de Trudeau, que llevan como candidato al actual primer ministro temporal, Mark Carney (60 años), se recuperen en los sondeos hasta ponerse primeros. En segunda posición estaría el hasta hace cuatro meses favorito indiscutible, el representante de la derecha clásica, Pierre Poilievre (45 años).

A principios de año, los conservadores parecían tener la victoria en su mano, porque pesaba el desgaste de Trudeu. Es más: se auguraba que tendrían una amplia mayoría de gobernabilidad. Pero las tasas y la amenaza de que Canadá pase a ser el "estado 51" de EEUU ha sido como criptonita para ellos, porque se ha generado un sentimiento nacionalista que ha arropado a sus actuales líderes. La respuesta dura de Carney ha ayudado a que gane enteros: habló a menudo de la necesidad de contrarrestar la amenaza existencial de Trump, quien, según él, estaba tratando de quebrar al país para que EEUU lo "domine". 

Las encuestas finales sugieren que los liberales están ligeramente por delante, aunque la carrera se ha ajustado en la última semana y Poilievre, dice que su partido aún puede ganar. Es cosa de dos, aunque, sobre el papel, los canadienses tienen cuatro opciones para elegir sobre su destino político en los próximos años: además de liberales y conservadores, concurren el Bloque Quebequés, de François Blanchet, y la izquierda del Nuevo Partido Democrático, representado por Jagmeet Singh.

La campaña de 36 días terminó con una nota sombría, el atropello con un automóvil el sábado por la noche que mató a 11 personas en Vancouver. Las víctimas participaban en un festival filipino y el agresor, detenido, parece tener problemas mentales. Se ha descartado que sea un atentado terrorista, de cualquier naturaleza. 

Las encuestas

En enero, Poilievre tenía una ventaja de 27 puntos sobre los liberales y se encaminaba a una apabullante victoria electoral. Cuando Carney convocó elecciones anticipadas a mediados de marzo, su Partido Liberal ya estaba por delante de los conservadores y los sondeos pronosticaban el mejor resultado de la historia para los liberales.

Trump también es la causa de que un número récord de personas, 7,3 millones de personas, hayan depositado ya su papeleta en la votación anticipada celebrada hace una semana. Mucha movilización. 

La última encuesta dada a conocer el sábado por la firma Nanos Research coloca al Partido Liberal con un 43 % de votos, el Partido Conservador un 38,9 %, el NPD un 6,1 % y el soberanista Bloque Quebequés (BQ) un 6,1 %. La más reproducida, de CBC, sostiene que el Partido Liberal muestra un 38% de la preferencia de voto, mientras que estaría por encima del 36% del Partido Conservador, más cerca del empate técnico, pero con Carney por encima aún. 

Ante esta realidad y las particularidades del sistema electoral canadiense, conocido como escrutinio mayoritario uninominal, el análisis de la radiotelevisión pública canadiense, CBC, señal que los liberales de Carney obtendrán 191 escaños, los conservadores 123, el BQ 23, el NPD 5 y el Partido Verde 1.

El primer ministro de Canadá, Mark Carney, haciendo campaña en Dorval (Quebec), el 18 de abril de 2025.Carlos Osorio / Reuters

Los temas de campaña

Estos comicios están marcados por un relativo consenso de la sociedad canadiense sobre los fuertes desafíos del país: el aumento en precio de la vida (en consonancia con las tendencias internacionales), la búsqueda por la soberanía energética (una crisis generada en la guerra de Ucrania y, también, en la imprevisibilidad de alianzas del pasado) y la amenaza que supone para el país el segundo mandato de Donald Trump en Estados Unidos (de aranceles a violación de su soberanía). 

La composición del país, con tres pueblos aborígenes (indios, inuit y métis), obliga también a llevar la cuestión de las minorías en la agenda, igual que los precios de la vivienda (con problemas para la juventud especialmente) o el aumento de la inmigración (que hay que ordenar, especialmente en el caso de los temporales).

Pero todos estos temas han quedado sepultados por la retórica expansionista de Trump y muchos canadienses, de todas las tendencias políticas, consideran que en estas elecciones lo que está en juego es la existencia del país. Eso, dicen los analistas, va a hacer que el voto sea menos atomizado y más orientado a los bloques de centro derecha y derecha. 

Trump se ha referido en numerosas ocasiones a Canadá como "el estado 51" de su propio país y no ha escondido sus fantasías por que Washington absorba a Ottawa, pintando la posibilidad como deseable para la consecución de un Estados Unidos más fuerte dentro de la escena mundial. Trump también a Trudeau como el "gobernador" de Canadá, una y otra ves, para enfado del liberal.

Todos los líderes de los partidos políticos en Canadá –incluyendo a Carney y Poilievre– han rechazado totalmente la idea de pertenecer a otra nación, concordando en la necesidad de transformar la relación bilateral con su vecino en el sur para reforzar su soberanía ante los constantes ataques narrativos de Trump. Pero las puyas de Trump no solamente se quedan a nivel discursivo. El mandatario también ha añadido a Canadá dentro de su guerra arancelaria, a pesar de su fuerte integración comercial en la región, dado que –junto con México– firmaron el Tratado de libre comercio TMEC.

Tras numerosas negociaciones y amenazas de ambos lados, el Gobierno de Carney consiguió ser de las naciones menos afectadas por la nueva política arancelaria trumpista. Canadá está dentro de un régimen especial, que sólo comparte con México, en donde están obligados al pago del 25% de aranceles sobre las exportaciones que no estén amparadas por el TMEC, reglas impuestas por Trump bajo el argumento de la crisis migratoria y el tráfico de fentanilo.

"Hay tanto en juego aquí debido a nuestra relación disruptiva con Estados Unidos, el efecto de los aranceles, el efecto de una potencial guerra comercial que va a durar un tiempo (…) Todas esas enormes preguntas", explicó Lori Turnbull, analista política y profesora de la Universidad Dalhousie, para la televisión canadiense.

Además, el estancamiento económico y la subida del costo de vida en Canadá –los clavos en el ataúd de Trudeau, a la postre– siguen pesando en el imaginario canadiense al momento de tomar la pluma para marcar a su partido predilecto, entre promesas de una terapia de cambio radical con los conservadores y la moderación de los liberales por cuenta de Carney.

El gas y la construcción de nuevos túneles en el país que puedan transportar combustibles desde Alberta, una región rica en energía fósil, también está en las primeras planas del debate político, especialmente ante la posibilidad de tener que disminuir el consumo de crudo estadounidense. Carney y Poilievre concuerdan en la necesidad de construir nuevas líneas de transporte, aunque los liberales prometen consultarlo antes con las comunidades indígenas.

Al final, hay dos visiones distintas de país, pero con una amenaza en común: EEUU. Las fuerzas de izquierda avisan: si se pone el foco sólo fuera, el bienestar de la sociedad también podría verse afectado. 

¿Cómo se vota en Canadá?

Millones de ciudadanos canadienses comenzaron a votar el 18 de abril por adelantado, aunque no será hasta el día de la elección, este 28 de abril, cuando la mayor parte de los votantes emita su voto. Todos los ciudadanos mayores de edad están convocados a sufragar, incluyendo los presos y las personas que viven en el exterior. Los colegios electorales de la costa del Pacífico serán los últimos en cerrar, a sus siete de la tarde, nueve horas más que en Madrid. 

El sistema electoral canadiense, inspirado en el británico, se basa en un esquema parlamentario en el que los electores no eligen directamente al primer ministro sino que escogen a los miembros de la Cámara de los Comunes, órgano base del Congreso canadiense. Entonces, el líder del partido que obtiene la mayoría de escaños se convierte en primer ministro.

Este año, el hemiciclo se compone de 343 representantes, una suma aumentada respecto a las elecciones pasadas debido al crecimiento de la población en el país. Así, para gobernar cómodamente, un partido tendría que conseguir 172 escaños y formar un Gobierno de mayoría. Si ninguno lo consigue, la tradición política canadiense no contempla gobiernos de coalición o de minoría, como el sistema español.

No obstante, en caso de no alcanzar una mayoría parlamentaria, el partido más votado busca cerrar un "acuerdo de confianza y suministro", con una representación menor, que constituye una alianza informal en donde se gana el favor político de otro partido para gobernar y aprobar leyes. Sin embargo, queda mermado su campo de acción en torno a legislaciones clave, como el presupuesto gubernamental.

En 2021, el Partido Liberal cerró un acuerdo de este tipo con el Nuevo Partido Democrático, que erradicó finalmente su apoyo meses antes de la dimisión de Trudeau. 

El Partido Conservador recibió 5,7 millones de votos, más que el Partido Liberal, que tuvo 5,5 millones. Pero el voto conservador se concentró en el oeste de Canadá, donde hay menos circunscripciones, por lo que los liberales consiguieron una mayoría simple de diputados: 160 por 119 de los conservadores.

El sistema también favorece a un partido regionalista como el BQ que recibió 1,3 millones de votos pero ganó 32 diputados. En comparación, los 3 millones de votos que consiguió el NPD solo le otorgaron 25 diputados.

En el caso canadiense, el partido ganador debe pedir la autorización del gobernador general – quien ostenta el poder en representación del rey británico – para formar Gobierno. Usualmente, este paso es una mera formalidad propia de la condición del país como miembro de la Commonwealth, que agrupa a los países que tienen vínculos históricos con el Reino Unido y de los que Carlos III es el monarca y jefe de Estado.

El candidato conservador Pierre Poilievre, en un mitin denominado "Canada First" en Nisku, el 7 de abril de 2025.Artur Widak / NurPhoto / Getty

Los favoritos

Los líderes de los dos partidos protagonistas en las elecciones canadienses, Carney y Poilievre, son las figuras que llegan a la recta final del periodo electoral extraordinario con más papeletas para convertirse en el primer ministro del país por los próximos cuatro años.

Carney, antiguo gobernador del Banco de Canadá, encara el mayor desafío político de su corta carrera política, en la que llegó a ser líder del Partido Liberal –y por tanto, primer ministro–, sin siquiera tener un escaño dentro del Parlamento canadiense, algo que está permitido por la legislación nacional pero que es objeto de duras críticas provenientes del lado conservador. No ser elegido, no haber estado ahí arriba por voluntad popular, duele. Ahora quiere dejar atrás ese lastre. 

Del otro lado está Poilievre, un viejo lobo de mar en el panorama canadiense con tendencias populistas -que él mismo reconoce- y que ha encabezado la oposición conservadora en la última década. Más joven, muy ambicioso. Nada más ganar el liderazgo conservador en septiembre de 2022, declaró que su objetivo era convertir Canadá en el país "más libre" del mundo al considerar que, desde que Trudeau llegó al poder en 2015, los canadienses habían perdido el control sus vidas. Arrasa entre los jóvenes, hablando de seguridad y de inflación, por ejemplo. 

A principios de 2022, Poilievre se había alineado con el llamado convoy de la libertad, la protesta del movimiento antivacunas y de grupos extremistas del país que ocupó durante semanas el centro de Ottawa.

Ambos candidatos, junto con los demás líderes partidistas, pudieron exponer sus ideas sobre el manejo del país en un debate televisado el pasado 17 de abril. El conservador basó su apuesta en promesas sobre la desregularización de la economía, la separación del Estado en la construcción de vivienda pública, un endurecimiento de las sentencias a los presos para rebajar el nivel de criminalidad y en señalamientos en contra de Carney por seguir el legado de Trudeau, uno de sus mayores enemigos políticos.

Sin embargo, desde su elección interna como nuevo líder liberal, Carney ha desarrollado su figura política bajo la primicia de ser un político totalmente separado del legado de Trudeau. El actual primer ministro canadiense ha buscado centralizar al Partido Liberal, dando marcha atrás en políticas que pusieron a su antecesor en medio de la controversia en el lado más conservador del espectro indeciso, como las políticas ambientales. Dice que su inexperiencia política se salva con la que ha tenido en el mundo del dinero. "Lo he dicho antes y lo vuelvo a repetir. Sé que usted querría estar compitiendo con Justin Trudeau. Justin Trudeau no está aquí", sostuvo el líder liberal, en respuesta a los señalamientos de su rival en la elección. Hay que saltar al pasado. 

Carney también ha sido señalado desde el bloque francófono por su doble nacionalidad, canadiense y británico, además del hecho de que no habla francés; sin embargo, el liberal tuvo que renunciar a su nacionalidad británica para ser premier canadiense y algunos analistas resaltan que las divisiones culturales dentro de Ottawa han quedado en un segundo plano dentro de la elección. Normalmente, no hablar bien francés sería un lastre mayor en Quebec. Pero ahora mismo, la atención se centra en la pérdida de empleo, la recesión y Donald Trump, no en el idioma.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.

OSZAR »