Primera fumata negra: los cardenales no se ponen de acuerdo para elegir nuevo papa tras más de tres horas
La primera votación, en una sesión larguísima, acaba sin que ningún candidato obtenga los dos tercios necesarios para ser designado pontífice. Este jueves se celebrarán hasta cuatro nuevas votaciones dentro de la Capilla Sixtina.

No hay papa todavía. A las 21:01 de este miércoles, una abundante humareda negra ha salido de la chimenea instalada en el tejado de la Capilla Sixtina, confirmando así que los 133 cardenales con derecho a voto no han logrado alcanzar un acuerdo para designar al sucesor de Jorge Mario Bergoglio.
La fumata negra, no obstante, se ha hecho esperar durante más de tres horas, desde que a las 17:38 se diera la orden Extra Omnes para cerrar las puertas de la Capilla Sixtina. La esperada prolongada empezaba a disparar todo tipo de reflexiones, desterrados en cuanto la chimenea ha empezado a funcionar.
Aunque la fumata negra ha sido recibida con desánimo entre los fieles que se encontraban a esa hora en El Vaticano, lo cierto es que, más allá de la extraña dilación, casi nadie esperaba que hoy mismo se diera la mayoría de dos tercios necesaria (89 votos) en la primera ronda de votaciones para elegir nuevo pontífice.
De hecho, sólo Pío XII fue designado como papa en el primer día de cónclave allá por octubre de 1958. Pero hay trampa en esta estadística: aquel día se celebraron hasta tres votaciones diferentes, mientras que este miércoles sólo se ha votado una única vez.
Lo normal es que la fumata blanca se dé en el segundo o tercer día de encierro de los cardenales. En los últimos dos cónclaves —de 2005 y 2013— la elección tuvo lugar al día siguiente del inicio, en 24 horas. En 1978, con la elección de Juan Pablo II, fueron necesarios ocho escrutinios; es decir, el acuerdo no llegó hasta el tercer día.
Este jueves, se celebrarán cuatro nuevas votaciones: dos por la mañana y dos por la tarde. Al final de cada ronda, los votos serán quemados en una estufa de hierro fundido usada por primera vez durante el cónclave de 1939. Si hay papa, la fumata será blanca. Si no, será de nuevo negra.
El encierro de los 133 cardenales que participan en la votación se ha producido al filo de las 17:30 de la tarde, aunque las horas previas han sido intensas. Por la mañana, todos han acudido a la misa Pro eligendo pontifice, oficiada por el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re. Se trataba de una misa para pedir a Dios que les ayudara en la elección del papa y para que los fieles rezaran por los cardenales llamados a elegir al sucesor de Francisco.

Re ha aprovechado su homilía —en la que no ha hecho alusión directa a Francisco— para pedir que "sea elegido el papa que la Iglesia y la humanidad necesitan en este momento de la historia tan difícil y complejo". Por ello, el cardenal decano recordó a los cardenales electores que se preparaban "para un acto de máxima responsabilidad humana y eclesial" y, ante ello, se debía "abandonar cualquier consideración personal, y tener en la mente y en el corazón sólo al Dios de Jesucristo y el bien de la Iglesia y de la humanidad".
Sin embargo, a muchos expertos del Vaticano les ha resultado llamativo que Re felicitara doblemente durante la homilía a Pietro Parolin, uno de los favoritos para suceder a Francisco. "Auguri e doppi" ("Suerte... por partida doble"), le ha dicho el cardenal decano al italiano durante el saludo de la paz. Una felicitación que se ha podido escuchar a través de los micrófonos en la retransmisión difundida por el portal oficial del Vaticano y que ha provocado suspicacias. Y es que cualquier gesto puede ser relevante a la hora de determinar qué cardenal parte con ventaja para ponerse el anillo del pescador.
Tras la misa, los purpurados regresaron a la residencia Casa Santa Marta para un almuerzo. Esta fue la primera comida que ha reunido a la totalidad de los votantes, lo que pudo dar lugar a deliberaciones o debates sobre quién debería ser el nuevo papa. Aunque tampoco tuvieron mucho tiempo, porque a las 16.15h. los cardenales electores se dirigirieron en procesión a la Capilla Sixtina donde, tras el canto del Veni Creator, pronunciaron el juramento prescrito.
Después, cada elector dijo su nombre y, poniendo la mano sobre los Evangelios, señaló: "Prometo, me obligo y juro". De esta manera, prometieron "observar con la máxima fidelidad" el secreto sobre todo lo relacionado con la elección del nuevo Papa y, en caso de ser elegido, desempeñar fielmente el 'munus Petrinum' de Pastor de la Iglesia Universal.
Por último, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, Diego Ravelli, pronunció el celebre "extra omnes" (todos fuera) para cerrar las puertas de la Capilla Sixtina y 'aislar' a los electores. Un proceso que sólo culminará cuando el cardenal protodiácono, Dominique Mamberti, salga al balcón de la Basílica Vaticana para clamar al mundo el 'Habemus Papam' y el nombre del nuevo pontífice. De momento, toca seguir esperando.