Caracol volcánico, el animal que puede vivir en volcanes
El descubrimiento del caracol volcánico ha capturado la atención de científicos y biólogos marinos.

En las profundidades del océano, donde la luz solar no llega y las condiciones son extremas, existe un mundo fascinante y poco conocido. Entre los habitantes de este entorno inhóspito se encuentra el caracol volcánico, un molusco que ha desarrollado adaptaciones sorprendentes para sobrevivir en uno de los lugares más hostiles del planeta. Este caracol, también conocido como pangolín de mar, vive en las fuentes hidrotermales del océano Índico, donde las temperaturas pueden alcanzar los 400°C y la presión es aplastante.
El descubrimiento del caracol volcánico ha capturado la atención de científicos y biólogos marinos debido a sus características únicas y su capacidad para prosperar en un entorno tan extremo. Este gasterópodo no solo sobrevive, sino que también juega un papel crucial en el ecosistema de las fuentes hidrotermales, demostrando la increíble diversidad y adaptabilidad de la vida en la Tierra.
El caracol volcánico es un ejemplo impresionante de adaptación evolutiva. Su nombre científico, Chrysomallon squamiferum, refleja su apariencia distintiva: "Chrysomallon" proviene del griego y significa "oro" y "pelo", mientras que "squamiferum" se refiere a las escamas que cubren su cuerpo. Estas escamas, hechas de sulfuro de hierro, le proporcionan una armadura protectora contra los depredadores y las duras condiciones de su entorno.
El caparazón del caracol volcánico está compuesto por tres capas. La capa exterior contiene sulfuro de hierro, que le da su color negro característico y una resistencia adicional. La capa intermedia es de material orgánico suave, que actúa como amortiguador contra impactos, y la capa interna está hecha de carbonato de calcio, similar a otros caracoles. Esta estructura única no solo le proporciona protección, sino que también le permite aprovechar los recursos disponibles en su entorno.
El caracol volcánico se encuentra exclusivamente en las profundidades del océano Índico, a profundidades que varían entre 2,400 y 2,800 metros. Habita en tres localidades muy restringidas: las fumarolas Longqi, Solitaria y Kairei. Estas áreas, conocidas como fuentes hidrotermales, son lugares donde el agua calentada por la actividad volcánica subterránea es expulsada a través de chimeneas subacuáticas.
Las fuentes hidrotermales son entornos extremadamente ricos en minerales, pero también son altamente tóxicos debido a la presencia de sulfuro. Sin embargo, el caracol volcánico ha desarrollado una simbiosis con bacterias que le permiten aprovechar estos recursos. Estas bacterias viven en su glándula esofágica y convierten los compuestos químicos del agua en nutrientes que el caracol puede utilizar.
La dieta del caracol volcánico es única debido a su relación simbiótica con las bacterias. Estas bacterias quimiosintéticas convierten los compuestos químicos presentes en el agua hidrotermal en energía, que luego es utilizada por el caracol. Este proceso, conocido como quimiosíntesis, es similar a la fotosíntesis, pero en lugar de utilizar la luz solar, utiliza la energía química de los compuestos presentes en el agua.
En cuanto a la reproducción, se sabe poco sobre los detalles específicos del ciclo de vida del caracol volcánico. Sin embargo, como otros gasterópodos, probablemente sigue un ciclo de reproducción sexual, donde los huevos son fertilizados internamente y luego depositados en el entorno. Las condiciones extremas de su hábitat hacen que la supervivencia de las crías sea un desafío, pero las adaptaciones únicas del caracol volcánico le permiten mantener su población en estos entornos hostiles.