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El miedo, la mejor arma política para garantizar el éxito del rearme europeo
Política

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El miedo, la mejor arma política para garantizar el éxito del rearme europeo

Los líderes europeos, también la OTAN, incrementan desde hace semanas las advertencias de un hipotético ataque ruso a los países de la UE al mismo tiempo que tratan de convencer de la necesidad de aumentar el gasto militar.

Concentración frente al Congreso contra el rearme.CENTRE DELÀS

En La Doctrina del Shock, la periodista Naomi Klein recuperaba unas palabras del exagente de la CIA Mike Battles con las que resumía cómo su empresa de seguridad privada, Custer Battles, se vio beneficiada gracias a la invasión de Irak. "Para nosotros, el miedo y el desorden representaban una verdadera promesa", dijo Battles tras obtener contratos del Gobierno por valor de unos 100 millones de dólares. Sus palabras, escribía Klein, "podrían constituir el eslogan del capitalismo contemporáneo: el miedo y el desorden son catalizadores de un nuevo salto hacia adelante". En el libro, la periodista se extiende, además, sobre cómo la Administración Bush sembró y utilizó el miedo a sufrir ataques tras el 11S para no solo lanzar su "guerra contra el terror" sino también para amplificar la vigilancia sobre sus propios ciudadanos a través de la USA PATRIOT Act.

El lingüista estadounidense George Lakoff abordó también el miedo como arma política en su famoso ensayo No pienses en un elefante. "La ‘guerra contra el terror’ es un ejemplo. Activa el miedo a un terror difuso — y con el miedo, el marco del padre estricto — y asocia terrorismo con ‘guerra’, que requiere un comandante en jefe, un ‘presidente en guerra’, poderes especiales para la guerra, así como naciones para atacar, etc. [...] El miedo y la incertidumbre — escribió — activan de manera natural el marco del padre estricto en una mayoría de la gente, llevando al electorado a considerar la política en términos conservadores".

El miedo ha sido siempre un arma psicológica de la que se ha servido la política a lo largo de la historia. Nada mejor que infundir terror para convencer. No en vano, ambas ideas son clave en todo manual de interrogatorio. El miedo, sin embargo, es más útil cuando parece fundado. Ocurrió en Estados Unidos con los atentados del 11 de septiembre, y sucede ahora en Europa con la guerra de Ucrania. Cada vez son más las alertas de un posible conflicto en la Unión Europea. La última, la llamada de la Comisión Europea a que cada ciudadano tenga en su casa un kit de supervivencia de 72 horas. Pero no es nuevo. Ya hace un año, la ministra de Defensa española, Margarita Robles, aseguró en una entrevista en La Vanguardia que "la amenaza" rusa "es total y absoluta". "Hoy en día, un misil balístico puede llegar perfectamente desde Rusia a España", dijo. ¿Quién, en su sano juicio, no apoyaría un plan de rearme si esto es lo que dicen sus representantes públicos?

Europa, en realidad el mundo, lleva años viviendo con miedo. El periodo histórico de la Guerra Fría fue, en realidad, un escenario basado en el miedo a un nuevo conflicto mundial entre las dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética. ¿Cómo no iba a ser posible un tercer conflicto a escala global si ya hubo dos con apenas 25 años de diferencia? Entonces, también en Europa hubo un periodo de temor a ser abandonada que llevó a Francia a desarrollar la bomba nuclear. "Sin duda — dijo en 1959 el presidente francés Charles de Gaulle — el equilibrio que se establezca entre el poder atómico de ambos bandos es, por el momento, un factor de paz mundial. Pero ¿quién puede decir qué ocurrirá mañana? [...] En un escenario terrible, Europa Occidental podría ser aniquilada por Moscú y Europa Central, por Washington. ¿Y quién puede decir que los dos rivales, a consecuencia de no sé qué convulsión política y social, no acabarán uniéndose?" De Gaulle, a quien muchos recurren en la actualidad, defendió que Francia necesitaba la bomba atómica para disuadir a quien quisiera atacarles.

Francia comenzó a desarrollar sus ojivas nucleares poco después de que los profesores Bertrand Russell y Albert Einstein liderasen en 1955 un manifiesto antimilitarista en el que pedían "a los gobiernos del mundo [...] que resuelvan por medios pacíficos cualquier contencioso que exista entre ellos". Estaban seguros de que una guerra a base de bombas atómicas significaría "la muerte universal".

Pero más allá del miedo hay siempre, o al menos así lo defendía Klein, un objetivo económico. La periodista, de hecho, denominó doctrina del shock a las teorías del economista estadounidense Milton Friedman, quien "aprendió lo importante que era aprovechar una crisis o estado de shock a gran escala durante la década de los setenta, cuando fue asesor del general Augusto Pinochet". Friedman aconsejó al dictador que aprovechara el miedo tras el golpe de Estado para imponer un paquete de medidas rápidas para transformar la economía del país con políticas profundamente neoliberales. "Se trató — apuntó Klein — de la transformación capitalista más extrema que jamás se había llevado a cabo en ningún lugar, y pronto fue conocida como la revolución de la Escuela de Chicago, pues diversos integrantes del equipo económico de Pinochet habían estudiado con Friedman en la Universidad de Chicago".

"Es el mercado, amigo"

El lenguaje del miedo, la retórica belicista y, sí, las guerras que ya están en marcha a lo largo de todo el planeta, tienen ya sus grandes beneficiarios. Según un reciente estudio del SIPRI, el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, "los ingresos por ventas de armas y servicios militares de las 100 mayores empresas del sector [armamentístico] alcanzaron los 632.000 millones de dólares en 2023, un aumento en términos reales del 4,2% en comparación con 2022", un año en el que habían visto mermadas sus ganancias. Eso sí, el estudio destaca que en 2023 hubo una industria que se estaba quedando atrás. ¿Cuál? Exacto, la europea. Hasta ahora.

La promesa de un rearme ha devuelto la esperanza a la industria de defensa europea. Esta semana, el profesor de Sociología en la Universidad de Castilla La-Mancha y autor de libros como Ibex 35 o La nueva clase dominante, revelaba en CTXT que "el sector de defensa [europeo] vive su mejor momento desde la II Guerra Mundial, gracias al apoyo de la Comisión Europea y al impulso del eje franco-alemán, que ve una tabla de salvación al declive de sus economías". Alemania, Francia y el Reino Unido, cuyos mandatarios tratan de auparse estos días como líderes de una nueva Europa, vivían una suerte de recesión económica que, gracias al rearme, es posible revertir. Pero a qué coste. Según dijo el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, es necesario reservar "una pequeña fracción" del dinero destinado a "pensiones, sanidad y sistemas de seguridad social [...] para hacer la Defensa mucho más fuerte". Es el mismo Rutte que esta semana advirtió a España de que, "la diferencia de un ataque a Varsovia o un ataque a Madrid es de diez minutos". Una frase casi calcada a la de Robles de hace un año. De nuevo, el miedo.

Hace unos meses, entrevistaron a Naomi Klein en el medio independiente dedicado a la ecología Reporterre. Allí le preguntaron cómo afrontar el aumento de “la amenaza militar en el mundo”. Esta fue la respuesta de Klein: "Trump la alimentará. Quiere más gasto europeo en armas. También es una invitación a la izquierda para invertir en asistencia sanitaria y vivienda en lugar de hacerlo en militarismo. Y esto es una elección difícil. ¿Vamos a fabricar bombas o a construir hospitales?"

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