Las autoridades kurdosirias, ahora integradas en el nuevo Estado y Ejército sirios, confirman que los fallecidos son un matrimonio y sus siete hijos. Denuncian que Ankara pasa a las masacres de civiles ante su incapacidad en el combate y sin capacidad de reacción ante el histórico acuerdo suscrito con Damasco.
Este sábado iban a cumplirse 14 años del inicio de la guerra civil en el país árabe, pero el aniversario llega con el dictador derrocado y un Gobierno temporal que habla de unidad y promete dar voz al pueblo. Sin embargo, el sectarismo sigue vivo.
Tan solo 24 horas después del histórico acuerdo para integrarse en el nuevo Estado y Ejército sirio suscrito con los islamistas al cargo del Gobierno de transición, las milicias YPG golpean células yihadistas en Raqa con apoyo de una coalición internacional
El territorio semiautónomo del noreste -y sus recursos naturales, infraestructuras y milicianos del FSD- pasa a formar parte del Estado sirio. A cambio, los kurdos tendrán por primera vez "derecho a la ciudadanía" y "derechos constitucionales" reconocidos. Estas son las claves y el contexto de un pacto histórico.
El Gobierno interino de Siria, con raigambre islamista, habla de "un desafío esperado" contra grupos leales a Assad, para el que pide "unidad a la nación". Lo que se ha vivido es una masacre en la costa contra la minoría alauita, la del dictador.
"Anunciamos el éxito de nuestras fuerzas, gracias Dios y a la determinación de nuestros hombres, en lograr todos los objetivos propuestos en esta fase", dice el Gobierno provisional islamista.
La región vive días de caos desde el pasado jueves, cuando se desataron las hostilidades, tal y como ha informado el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.
Los kurdosirios tratan de repeler a las fuerzas yihadistas que avanzan apoyadas por Ankara tras la caída del dictador Al Assad. La misma guerrilla YPG que fue la punta de lanza para derrotar al Estado Islámico resiste en Kobane y en la estratégica presa de Tishrin.
Imágenes de satélite muestran la salida de vehículos y material del puerto de Tartus, en Siria, un enclave esencial para Moscú perdido tras la marcha de Assad, su socio.
El Gobierno interino, liderado por islamistas, trata de moderar su imagen y llamar al frente común, mientras acelera los contactos internacionales que le den ayudas y estabilidad. Prioritario: lograr ayuda, levantar sanciones, constitución y elecciones.
Guerras -como no se han visto en más de 75 años-, integrismo, yihadismo, fronteras y ocupación. No hay camino seguro hacia la ciudad asfixiada tras un muro. Por segundo año consecutivo, ni luces tiene. Con Gaza muriendo, nada que festejar.