No sólo planea la ocupación de un territorio reconocido mundialmente como palestino, sino que quiere echar a su población, en consonancia con el plan de hacer una Riviera que defiende Trump. Eso supone violar el derecho internacional.
"Lo golpearon y presenta heridas en la cabeza y el estómago. Los soldados irrumpieron en la ambulancia que había llamado y se lo llevaron. No hay rastro de él desde entonces", dice el otro director, el israelí Yuval Abraham.
La última gran ofensiva de Netanyahu, larga ya de ocho semanas, refleja un "nuevo patrón creciente y alarmante" de violaciones del derecho internacional, denuncia la ONU. En el norte, 44.000 personas han sido desplazadas y van 90 asesinados.
'The Educational Bookshop' es el corazón cultural del este ocupado, donde se hacen presentaciones de libros o se dan clases de árabe. Diplomáticos occidentales han arropado a los libreros ante la justicia.
El norteamericano abre la Casa Blanca a su aliado israelí, primer invitado tras volver al cargo. Se espera cercanía con su "eterno amigo" respecto a la ocupación, pero también presiones para que no rompa la tregua de Gaza y pueda acercarse a Arabia.
No se puede restar valor al logro diplomático que ha supuesto el acuerdo de Israel y Hamás, pero el conflicto queda lejos de terminar con el silencio temporal de las armas. Hay esperanza pero también una fúnebre sensación de fragilidad.
Tel Aviv mata a 15 personas en Gaza, entre ellos en el ataque contra una tienda donde accedían a internet, mientras la ONU denuncia que no se atienden sus solicitudes para entregar ayuda en el norte de la franja.
Yenín, diana del ataque, ha quedado sin acceso al hospital y con dificultades para las ambulancias de llegar a los heridos, debido al bloqueo y las calles cortadas.
Desde el día del ataque de Hamás, 15 puestos de avanzada de colonos han sido levantados por toda la zona. Una oleada sin precedentes que afianza un nuevo 'modus operandi': ataques contra palestinos hasta en sus viviendas.
Los asentamientos judíos se demolieron en la franja en 2005, pero ahora grupos ultras reclaman el retorno. No están solos: los apoyan ministros y diputados del Gobierno. Netanyahu lo descarta en su poco definido plan para el día después.