Muchos españoles tienen esta planta en casa y la han declarado un peligro para niños y mascotas
Aunque simboliza la paz y la buena fortuna, su toxicidad puede provocar vómitos, irritaciones y problemas al tragar.

El espatifilo, también conocido como lirio de la paz o cuna de Moisés, se ha colado en infinidad de hogares y oficinas por su elegancia, su resistencia y la energía positiva que transmite. Originaria de zonas tropicales como Colombia y Venezuela, esta planta ha pasado de ser un elemento decorativo a convertirse en todo un símbolo de armonía. Sus hojas verdes y brillantes, junto a la característica espata blanca que muchos confunden con una flor, la convierten en una de las especies más apreciadas para decorar interiores.
Más allá de su estética, el espatifilo también arrastra un fuerte componente simbólico. En muchas culturas, representa la paz, la pureza, la esperanza y la sanación. Pertenece a la familia de las aráceas, como otras plantas muy presentes en las casas, entre ellas la dieffenbachia y el anturio, también conocidas por su toxicidad. Por eso es frecuente encontrarla en salones, espacios de meditación o zonas comunes en oficinas. Se le atribuye la capacidad de transformar la energía negativa en positiva, y muchas personas lo consideran una planta que favorece el bienestar emocional y la conexión espiritual.
El problema aparece cuando se convive con niños pequeños o animales domésticos. Esta planta contiene cristales de oxalato de calcio, una sustancia que puede resultar tóxica si se ingiere. El portal italiano Modena Volta Pagina ha advertido de los riesgos que conlleva su presencia en casas con menores o mascotas: el contacto o una ingestión accidental pueden provocar desde irritaciones leves hasta cuadros clínicos más graves.
Una planta bonita, pero con letra pequeña

En el caso de perros y gatos, los síntomas más comunes tras ingerirla incluyen salivación excesiva, vómitos, quemazón en la lengua, irritación de la boca y dificultad para tragar. En los niños, el efecto puede ser igual de severo. El hecho de que la planta no desprenda olor ni tenga un sabor especialmente desagradable la hace aún más peligrosa, ya que no hay ninguna alerta sensorial que disuada del contacto o la ingesta.
Aun así, muchas personas siguen apostando por esta especie por su facilidad de mantenimiento. El espatifilo necesita luz indirecta, buena humedad ambiental y un riego moderado. Durante el verano, se recomienda pulverizar las hojas para mantenerlas frescas. Si se riega demasiado, sus raíces pueden pudrirse; por eso algunos expertos aconsejan esperar a que la planta empiece a mustiarse antes de añadir agua.
Además, no necesita podas frecuentes ni cuidados especiales, lo que la convierte en una opción ideal para quienes no tienen mucha experiencia con las plantas. Las hojas crecen directamente desde el rizoma, sin tallos visibles, y con el paso del tiempo la espata blanca puede adoptar un tono verdoso, pero sin perder su atractivo. Por eso no sorprende que haya tantas personas que la mantengan en casa a pesar de sus riesgos.
La recomendación para quienes no quieren prescindir de ella es sencilla: hay que colocarla en un sitio elevado, fuera del alcance de los niños y los animales. Una balda alta, una estantería robusta o una maceta colgante bastan para disfrutar de sus beneficios estéticos y simbólicos sin poner en juego la salud de los más vulnerables. Porque, aunque sea bonita, la cuna de Moisés también tiene su lado peligroso.