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El fósil submarino de 190.000 años ha reescrito parte de la historia evolutiva humana
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El fósil submarino de 190.000 años ha reescrito parte de la historia evolutiva humana

Se trata de una porción de mandíbula inferior con cinco dientes intactos.

Vista submarina de los rayos del sol que pasan a través del agua azul oscuro en el fondo rocoso del océano.Philippe Degroote

rente a las costas de Taiwán, concretamente en el estrecho, bajo las aguas que alguna vez fueron tierra firme, ha ocurrido un hallazgo extraordinario de un fragmento de mandíbula que ha cambiado el relato de la evolución humana. 

Este descubrimiento ha dado paso a que los científicos confirmen que el fósil submarino, descubierto a principios de los 2000, pertenece a una antigua especie humana llamada denisovano que convivió con los neandertales y los Homo sapiens.

El descubrimiento, publicado en la revista Science, sitúa a Taiwán como el tercer lugar del mundo con restos confirmados de esta esquiva línea evolutiva, ampliando considerablemente su área de ocupación en Asia.

Una mandíbula y muchas respuestas

El fragmento fosilizado, conocido como Penghu 1, fue hallado por pescadores en el canal de Penghu, a unos 25 kilómetros de la costa oeste de Taiwán. Se trata de una porción de mandíbula inferior con cinco dientes intactos. Aunque se sospechaba su antigüedad, su identidad taxonómica había permanecido sin resolver hasta ahora.

Gracias a un innovador análisis de proteínas, los investigadores lograron identificar dos variantes coincidentes con las del genoma de un denisovano hallado en Siberia. Al no poder extraer ADN del fósil, se recurrió a la paleoproteómica, una técnica que analiza proteínas antiguas presentes en el hueso y el esmalte dental mediante espectrometría de masas. Esta herramienta permitió no solo confirmar la especie, sino también determinar que se trataba de un individuo masculino.

Un linaje más extendido de lo pensado

Hasta la fecha, los únicos restos físicos confirmados de denisovanos provenían de la cueva de Denisova en Siberia y de la cueva de Baishiya en la meseta tibetana. El hallazgo en Taiwán supone una ampliación significativa de su territorio, sugiriendo que estos homínidos pudieron habitar una franja mucho más extensa del este de Eurasia. 

Este descubrimiento, además, demuestra el potencial de la paleoproteómica para identificar especies humanas extintas incluso en ausencia de ADN. Según explicó Frido Welker, coautor del estudio"estas proteínas pueden sobrevivir más tiempo que el ADN, y que si logramos una recuperación adecuada, podemos obtener información sobre la ascendencia evolutiva de un espécimen". 

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