El Chrysomallon squamiferum, más conocido como caracol de patas escamosas, caracol volcánico o caracol de hierro, es una de las especies más extrañas que se han descubierto en la Tierra.

El molusco gasterópodo, que vive en las turbias profundidades del océano Índico sin acceso a la luz solar y en agua que hierve por la actividad volcánica submarina, nunca come y es capaz de sobrevivir a temperaturas de hasta 400 grados centígrados.

Tal y como recoge el medio de comunicación rumano Click, el animal se ha adaptado a un entorno vital extremo, lo que le ha hecho desarrollar unas características con las que ninguna criatura cuenta en el planeta.

Otro de sus rasgos llamativos es que se trata de la única criatura pluricelular conocida que construye su caparazón con hierro (de ahí su sobrenombre de caracol de hierro). En concreto, cuenta con escamas superpuestas que están enriquecidas con nanopartículas de sulfuro de hierro.

Esa armadura cumple una importante función: ofrecerle al caracol volcánico protección en un entorno tan hostil para la vida como el de las profundidades del océano Índico. De hecho, el caparazón del animal ha captado la atención de la tecnología, que podría inspirarse en el mismo en campos como la robótica.

En cualquier caso, lo que más sorprende del caracol de patas escamosas es su capacidad para alimentarse de una forma nada tradicional. En lugar de buscar comida, el molusco gasterópodo vive gracias a unas bacterias simbióticas de su glándula esofágica que convierten las sustancias químicas de su entorno (especialmente el sulfuro de hidrógeno) en energía.

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