Putin firma una nueva alianza "sin límites" con el enemigo de Trump
Xi Jinping, invitado de honor del desfile más grandioso de Rusia, acude con 102 soldados chinos y el respaldo total del Kremlin.

El presidente de China, Xi Jinping, ha aterrizado este miércoles en Moscú para una visita de tres días cargada de símbolos: un desfile militar histórico, una cumbre a puerta cerrada con Vladímir Putin y una nueva exhibición de fuerza en plena guerra de Ucrania. La elección de fechas no es casual. El mandatario chino ha llegado justo a tiempo para participar en el 80.º aniversario de la victoria soviética sobre la Alemania nazi, el gran hito nacionalista que el Kremlin convierte cada año en arma política. Esta vez, con la guerra en curso, quiere que resuene aún más alto.
Xi se planta en Rusia mientras China y Estados Unidos chocan de nuevo por la subida de aranceles y en un momento en el que Donald Trump intenta recuperar protagonismo internacional ofreciendo su mediación en el conflicto ucraniano. Frente a eso, Pekín y Moscú han optado por reafirmar su entente. Lo han hecho de manera oficial: firmaron una “asociación sin límites” semanas antes de que comenzara la invasión en febrero de 2022 y, desde entonces, han estrechado sus lazos comerciales y militares, en paralelo al aislamiento de Rusia por parte de Occidente.
En un artículo publicado este mismo miércoles en el diario estatal ruso Rossiyskaya Gazeta, el presidente chino ha ensalzado la solidez del vínculo y ha pedido a terceros que se mantengan al margen. “Las dos partes deben resistir juntas cualquier intento de interferir o socavar la amistad y la confianza mutua entre China y Rusia, sin dejarse confundir por hechos pasajeros ni inquietar por mares agitados”, ha escrito. Ha defendido que esa cooperación estratégica debe servir para impulsar “la multipolarización del mundo” y una “comunidad con un futuro compartido para la humanidad”.
El desfile, la tregua y el aviso de Kiev
La respuesta desde Moscú no se ha hecho esperar. El Kremlin ha elogiado la relación como “un auténtico ejemplo de cooperación” y ha asegurado que atraviesa “su punto más alto”. Según el canal estatal CCTV, Putin y Xi van a tratar directamente la guerra en Ucrania y el deterioro de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos en un encuentro bilateral. También tienen previsto coordinar su posición ante el Sur Global y rechazar lo que llaman “actos de acoso” en la escena internacional.
El gran escaparate de este nuevo abrazo diplomático será el Día de la Victoria, que se celebra este viernes en Moscú con el mayor desfile militar organizado hasta la fecha. Xi Jinping figura como invitado de honor entre otros 29 líderes internacionales, incluidos tres procedentes de territorios no reconocidos. China ha enviado 102 soldados, el mayor contingente extranjero entre las trece delegaciones militares presentes. En un gesto que busca evitar ataques durante la celebración, Putin ha decretado un alto el fuego de tres días en el frente de Ucrania.
Las autoridades de Kiev han respondido con firmeza. Han tildado la tregua de “gesto propagandístico” destinado únicamente a garantizar la seguridad del evento y han exigido, en su lugar, un cese de hostilidades de un mes. También han advertido de que la presencia de tropas extranjeras en la capital rusa resulta “inaceptable” y contribuye a “blanquear los crímenes de guerra” del Kremlin. Varios países han pedido a Ucrania que garantice la seguridad de sus mandatarios durante los actos. Kiev, que ha lanzado drones sobre Moscú en los días previos, ha respondido que no puede hacerse responsable de lo que ocurra en territorio enemigo.
Xi pisa suelo ruso con la etiqueta de actor neutral, pero con un historial que lo vincula cada vez más a Putin. El pasado abril, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, acusó a China de entregar armas a Rusia y de permitir que al menos 155 ciudadanos chinos combatan junto a las fuerzas del Kremlin. Pekín lo ha negado todo. Ha insistido en que no suministra armamento a ninguna de las partes y ha pedido expresamente a sus nacionales que no se impliquen en conflictos armados. Pese a las desmentidas, la sintonía entre ambos países resulta evidente.
Durante la última década, China ha pasado de socio secundario a pieza clave para sostener la economía rusa. Tras la retirada masiva de empresas occidentales, sobre todo en el sector del automóvil, compañías chinas ocuparon el vacío y apuntalaron el consumo interno. Hoy Moscú depende de Pekín para vender gas y petróleo, aunque Rusia apenas figura como el quinto socio comercial de China. Aun así, el equilibrio funciona: uno pone la energía, el otro la estructura industrial.
Un reciente informe citado por The Kyiv Post ha dejado en mal lugar al entorno de Donald Trump. El documento describe una política errática hacia Ucrania durante su mandato y señala una cadena de mando “poco clara” dentro de su equipo. Aun así, el expresidente ha retomado contactos con Putin para posicionarse como árbitro del conflicto. El líder ruso, de momento, ha preferido mirar a Oriente.