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Putin envía 172.000 euros a los soldados rusos que derribaron el primer avión F-16 de Ucrania

Putin envía 172.000 euros a los soldados rusos que derribaron el primer avión F-16 de Ucrania

Aunque no se han aportado detalles de su acción, Kiev ha confirmado la pérdida, sensible en lo militar y también en lo anímico. 

Aviones F16 en unas maniobras conjuntas de Reino Unido y Turquía, en una imagen de 2020.Anadolu Agency via Getty Images

El pasado 29 de mayo, 12 militares rusos recibieron 15 millones de rublos (unos 195.000 euros al cambio) por su papel en la destrucción del primer avión de combate F-16 suministrado por Estados Unidos a Ucrania, una de las bazas fundamentales de Kiev para defenderse de su atacante. Por eso, Rusia ha sacado pecho de la jugada.

La ceremonia de entrega de este premio tuvo lugar en una zona fronteriza cercana a la zona de conflicto, a la que asistieron comandantes militares rusos, según un comunicado de la empresa rusa Fores, del que informa la agencia de noticias estatal TASS.

El pago suponía cumplir con la promesa de Fores de incentivar a las fuerzas rusas a atacar el armamento militar avanzado suministrado por Occidente. La destrucción del F-16 marca un momento significativo en el conflicto, destacando los continuos esfuerzos de la Federación Rusa para contrarrestar el fortalecimiento de la capacidad aérea de Ucrania y las amplias implicaciones geopolíticas del apoyo militar occidental.

Sergei Shmotyev, director ejecutivo de Fores, dijo durante el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, en junio de 2024, que regalaría dinero si esta "gesta" se lograba. Y ahora ha llegado el momento. También reiteró el historial de Fores de ofrecer incentivos financieros para la destrucción de otros equipos suministrados por Occidente, incluyendo tanques. Según TASS, la intención de estas partidas es la de reforzar la moral y la eficacia militar rusa frente a la tecnología avanzada occidental.

Fores ya ha pagado recompensas por la destrucción de tanques occidentales, como el Leopard 2 alemán y el M1 Abrams estadounidense, con recompensas que van desde 5 a 10 millones de rublos por unidad, dependiendo del valor estratégico del objetivo.

Desde el comienzo del conflicto en febrero de 2022, Fores ha desembolsado 237,7 millones de rublos (aproximadamente 2,9 millones de dólares) para apoyar a las fuerzas rusas, incluidos fondos para equipos, dispositivos de comunicación, sistemas de guerra electrónica, dispositivos de imágenes térmicas, suministros médicos y equipo de evacuación, según la declaración de la compañía a TASS.

Los detalles sobre el derribo del F-16 ucraniano siguen siendo escasos, ya que ni las autoridades rusas ni las ucranianas han publicado informes exhaustivos sobre el incidente. Según el informe de TASS, el F-16 fue destruido en la zona de conflicto. Sin embargo, no se revelaron el lugar ni las circunstancias exactas.

Fuentes militares rusas, citadas por TASS, afirman que el avión fue atacado por una combinación de sistemas de defensa aérea terrestres, probablemente sistemas avanzados de misiles tierra-aire como el S-400 o el Buk-M3, que son capaces de atacar objetivos a gran altitud y alta velocidad. La operación implicó esfuerzos coordinados de los 12 militares, reconocidos por su papel en el seguimiento, la localización y la neutralización de la aeronave. 

La destrucción del F-16 se vincula con un debate más amplio sobre el papel del armamento avanzado occidental en el conflicto de Ucrania. Desde 2022, los países de la OTAN, liderados por EEUU, han proporcionado a Ucrania miles de millones de dólares en ayuda militar, incluyendo tanques, artillería y sistemas de defensa aérea. El F-16, un avión de combate versátil y avanzado, representa una escalada significativa del apoyo occidental, cuyo objetivo es reforzar la capacidad de Ucrania para desafiar la superioridad aérea rusa.

Un desafío

El incidente pone de relieve los desafíos que enfrenta Ucrania para integrar y proteger estos valiosos activos contra las robustas defensas aéreas rusas. También destaca el impacto psicológico y estratégico de tales pérdidas, mientras Rusia busca demostrar su capacidad para contrarrestar la tecnología occidental.

Para Ucrania, la pérdida de un solo F-16 tiene un peso significativo. El país ha recibido un número limitado de estos aviones de aliados de la OTAN, como Países Bajos, Dinamarca y Bélgica, como parte de los esfuerzos para modernizar su anticuada fuerza aérea.

Cada F-16 representa un recurso crucial para realizar ataques de precisión, interceptar aeronaves rusas y apoyar operaciones terrestres. La destrucción de un avión, si bien no es catastrófica, podría poner a prueba las limitadas capacidades aéreas de Ucrania y plantear dudas sobre la sostenibilidad de operar aeronaves occidentales avanzadas en un entorno de alta amenaza.

Los pilotos ucranianos, muchos de los cuales han recibido entrenamiento acelerado en países de la OTAN, enfrentan el desafío de operar estos aviones contra los sistemas de defensa aérea en capas de Rusia, que incluyen misiles de largo alcance y capacidades de guerra electrónica diseñadas para alterar la tecnología estándar de la OTAN.

El derribo del F-16 se inscribe en un patrón de la creciente capacidad de Rusia para contrarrestar el armamento militar occidental. Al principio del conflicto, las fuerzas rusas tuvieron dificultades para hacer frente a sistemas avanzados como el tanque alemán Leopard 2, el tanque británico Challenger 2, el tanque estadounidense M1 Abrams y el misil anglo-francés Storm Shadow.

Por ejemplo, los tanques Leopard 2, entregados por primera vez a Ucrania a principios de 2023, demostraron ser formidables inicialmente gracias a su avanzado blindaje y sistemas de control de fuego. Sin embargo, las fuerzas rusas se adaptaron desplegando misiles antitanque mejorados, como el Kornet, y aprovechando los ataques de artillería guiados por drones. El primer Leopard 2 fue destruido en junio de 2023, según declaraciones del Ministerio de Defensa ruso, aunque los detalles de todos estos sucesos fueron escasos.

De manera similar, el Challenger 2, conocido por su blindaje pesado, enfrentó desafíos de campos minados rusos y drones Lancet, con la primera pérdida confirmada en septiembre de 2023, según informaron analistas de inteligencia de fuente abierta en X. El M1 Abrams, entregado a fines de 2023, fue atacado por fuerzas rusas utilizando una combinación de drones y misiles guiados, y la primera destrucción se reivindicó en febrero de 2024, según medios rusos.

El misil Storm Shadow, un misil de crucero furtivo, fue inicialmente difícil de interceptar, pero Rusia desarrolló sistemas de guerra electrónica para interferir su guía GPS. La primera intercepción exitosa se reportó en mayo de 2023, según TASS. Estos ejemplos ilustran la adaptación de Rusia mediante mejoras tecnológicas, cambios tácticos y la integración de drones y guerra electrónica para contrarrestar los sistemas occidentales.

Un poco de contexto

El F-16, piedra angular del poder aéreo occidental, es un avión de combate multifunción diseñado por General Dynamics (ahora Lockheed Martin) en la década de 1970. Sigue siendo uno de los aviones más avanzados y versátiles del mundo, con más de 4.500 unidades construidas y operadas por más de 25 países.

Los F-16 suministrados a Ucrania probablemente sean las variantes Bloque 50/52 o Bloque 70/72, que cuentan con aviónica avanzada, sistemas de radar y compatibilidad con una amplia gama de armamento. Estos aviones están propulsados por un solo motor, el Pratt & Whitney F100 o el General Electric F110, que les proporciona una velocidad máxima de Mach 2 y un radio de combate de aproximadamente 550 kilómetros.

Los F-16 ucranianos están equipados con una combinación de armas adaptadas a las necesidades del conflicto, incluidos misiles aire-aire AIM-120 AMRAAM para atacar aviones enemigos, misiles antirradiación AGM-88 HARM para apuntar a sistemas de radar y municiones guiadas de precisión como la bomba de pequeño diámetro GBU-39 para ataques terrestres.

Los aviones también incorporan contramedidas electrónicas, como dispensadores de bengalas y señuelos, para evadir las amenazas de misiles. Comparado con sus homólogos rusos, como el Su-35, el F-16 ofrece mayor agilidad y aviónica, pero está menos armado, lo que lo hace dependiente de la habilidad del piloto y del apoyo táctico.

Es probable que los F-16 de Ucrania estén equipados con sistemas de comunicación estándar de la OTAN, lo que permite la coordinación con la inteligencia occidental y las plataformas AWACS (Sistema de Control y Alerta Aerotransportada).

La versatilidad del F-16 lo convierte en un activo crucial para Ucrania, pero su vulnerabilidad a las defensas aéreas rusas pone de relieve los desafíos de operar aeronaves avanzadas en un entorno competitivo. La sección transversal del radar del avión, aunque reducida en los modelos posteriores, sigue siendo detectable por sistemas rusos avanzados como el S-400, que tiene un alcance de hasta 400 kilómetros y puede atacar múltiples objetivos simultáneamente.

Las fuerzas rusas también han desplegado interceptores MiG-31 armados con misiles aire-aire R-37M, con un alcance de casi 320 kilómetros, lo que representa una amenaza para los F-16 que operan a larga distancia. La integración de estos sistemas con capacidades de guerra electrónica, como el sistema de interferencia Krasukha-4, dificulta la capacidad de Ucrania para proteger sus aviones. La pérdida de un F-16, de confirmarse, pondría de relieve la necesidad de reforzar el entrenamiento, el mantenimiento y las medidas de protección para sostener las operaciones aéreas de Ucrania.

El contexto más amplio de la destrucción del F-16 apunta a la creciente carrera armamentista tecnológica en el conflicto de Ucrania. La capacidad de Rusia para atacar sistemas occidentales avanzados refleja su inversión en la modernización de sus fuerzas armadas desde el conflicto de Georgia de 2008, con especial énfasis en la defensa aérea, la guerra electrónica y los ataques de precisión.

Ucrania, por su parte, depende del apoyo occidental para acortar distancias con su vecino más grande, pero el limitado suministro de F-16 -estimado en menos de 50 aviones a principios de 2025, según analistas de defensa, que cita el medio especializado Bulgarian Military- limita su capacidad para lograr la superioridad aérea. La pérdida de un solo avión, si bien no es decisiva, podría afectar la moral y la planificación operativa, sobre todo ahora que Ucrania busca contrarrestar las bombas planeadoras y los ataques con misiles rusos.

Desde una perspectiva histórica, el derribo del F-16 evoca ejemplos pasados de adaptación rusa a la tecnología occidental. El Leopard 2, el Challenger 2, el Abrams y el Storm Shadow presentaron desafíos iniciales, pero el desarrollo ruso de nuevas tácticas y sistemas -como el uso generalizado de drones Lancet y sistemas de misiles mejorados- demuestra su capacidad de evolución.

Este patrón sugiere que, si bien la pérdida del F-16 es un revés para Ucrania, puede motivar un mayor apoyo occidental, como aviones adicionales o sistemas de defensa aérea mejorados, para contrarrestar las capacidades de Rusia.

La destrucción del F-16 plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de la ayuda militar occidental en un conflicto prolongado. Si bien las avanzadas capacidades del avión otorgan a Ucrania una ventaja cualitativa, el elevado coste de cada aeronave -aproximadamente entre 20 y 30 millones de dólares por unidad, sin contar el mantenimiento ni las municiones- hace que las pérdidas sean especialmente costosas.

Espacio Eco
Un proyecto de Espacio Eco

Para Rusia, el incidente constituye una victoria propagandística que refuerza su discurso de resiliencia frente a la tecnología occidental. Para Ucrania, subraya la necesidad de una sólida defensa aérea y seguridad operativa para proteger sus limitados recursos. A medida que el conflicto continúa, el equilibrio entre la superioridad tecnológica y la ventaja numérica determinará la trayectoria de la guerra aérea.

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