En busca de un paraguas nuclear europeo
La amenaza atómica rusa escala (al menos verbalmente), mientras crecen las dudas sobre si EEUU ayudaría al viejo continente ante un peligro de esa naturaleza. Francia da un paso al frente y plantea extender la protección de su arsenal.

La segunda venida del mesías Donald Trump no ha llegado aún ni a los tres meses pero deja ya unas cuantas tendencias evidentes: ultraproteccionismo feroz, multilateralismo en el cajón y alianzas y asociaciones del pasado, rotas. Para el presidente de Estados Unidos todo el mundo parece ser un enemigo, todo el mundo parece deberle la vida o, como poco, deberle dinero. Y entiende que ha llegado la hora de ajustar cuentas.
Es por eso que la Administración recién estrenada (sí, aunque nos parece que lleve eones) ha suscitado serias dudas entre sus aliados, sobre todo europeos. Nadie puede poner la mano en el fuego por que Washington vaya a seguir siendo un amigo comprometido con la seguridad del viejo continente y con la de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Hay motivos para la angustia cuando Trump llama "patética" a Unión Europea (UE) a cuenta de los aranceles o cuando su vicepresidente, JD Vance, afirma: "Odio tener que rescatar a Europa otra vez". Lo puso literalmente en ese chat sobre los ataques a los hutíes de Yemen en el colaron sin querer a un periodista. Como para fiarse del amigo americano.
Esto ha llevado a los líderes comunitarios a preocuparse seriamente por si la Casa Blanca continuará extendiendo la disuasión nuclear -a veces denominada de forma gráfica "paraguas" nuclear- a este continente. Francia ya ha puesto sobre la mesa el debate de si se puede ampliar la protección que dan hoy sus propias armas atómicas a un territorio mayor y a amenazas grupales y hay naciones no nucleares, antes siempre al margen de cualquier iniciativa de esta naturaleza, que ahora piden un escudo compartido, sobre todo ante la amenaza expansionista de Rusia y la falta de abrigo de EEUU.
La "operación militar especial" de Vladimir Putin sobre Ucrania ha imprimido urgencia a la discusión, teniendo en cuenta las crecientes declaraciones del Kremlin de que puede hacer lo que quiera con cualquier capital europea tocando un simple botón. Sin embargo, las inteligencias occidentales constatan que Moscú aún no ha tomado medidas concretas que aumenten el riesgo de una guerra nuclear.
Por ejemplo, no ha retirado armas nucleares de sus almacenes ni ha elevado el nivel de alerta de sus fuerzas nucleares, contrariamente a lo que afirma Putin. En consecuencia, no todos los europeos coinciden en que sea más necesario que en el pasado reforzar las opciones nucleares europeas para disuadir las amenazas rusas.
Ese desasosiego ante lo que EEUU es capaz de hacer en una coyuntura extrema, efecto Trump aparte, viene de lejos. En la década de 1950, la creencia de que un presidente estadounidense nunca sacrificaría "Nueva York por París" se convirtió en una justificación para que Francia buscara una capacidad de armas nucleares independiente de EEUU, sin ir más lejos. El presidente Charles de Gaulle tuvo clara esa necesidad de independencia estratégica. "Un día, EEUU abandonará al Viejo Continente", dijo. Y se está cumpliendo. Eso es nuevo, como también lo es que países que nunca se han planteado siquiera estar bajo ese paraguas atómico ahora lo desean o se lo plantean.
El caso más llamativo es el de Alemania, donde el que va a ser nuevo canciller, el conservador Friedrich Merz, ha expresado su interés en un posible acuerdo de intercambio de armas nucleares con Francia y el Reino Unido, las dos únicas potencias nucleares europeas.
El primer ministro polaco, Donald Tusk, ha declarado también que Polonia "está negociando seriamente" con París la protección del arsenal nuclear francés e incluso ha planteado la idea de que Polonia adquiera sus propias armas nucleares; también ha pedido a la Casa Blanca que despliegue su armamento de este tipo en su territorio, pero sin esperanza.
En respuesta, el presidente francés, Emmanuel Macron, declaró en marzo que iniciaría un debate estratégico con sus aliados europeos sobre la posibilidad de asignar la misión nuclear francesa a la protección de otros países del continente frente a las amenazas rusas. Estas propuestas se presentan a menudo en los debates europeos como una "segunda póliza de seguro" o "red de seguridad nuclear", que vale la pena considerar como una medida de protección, incluso si EEUU no abandona la disuasión extendida en el continente, como parte de la apuesta por la independencia y la autonomía tan defendida estos días.
¿Qué hace EEUU hasta ahora?
El compromiso de usar armas nucleares para defender a sus aliados es un elemento clave de la política nuclear estadounidense, al menos hasta ahora. La Revisión de la Postura Nuclear, de 2022, destaca que "mientras existan armas nucleares, su función fundamental es disuadir ataques nucleares contra EEUU, nuestros aliados y socios". Por eso, la fuerza nuclear del país "es expansiva y costosa, con un total de alrededor de 5.044 ojivas", repartida en "su tríada nuclear, que incluye un componente naval (submarinos), un componente aéreo (bombarderos) y un componente terrestre (misiles balísticos intercontinentales o ICBM)", la segunda más grande del mundo y con la que Washington justifica en parte su tamaño, "por los compromisos de disuasión extendida con sus aliados", explican las especialistas Sophia Besch y Anna Bartoux, del Fondo Carnegie para la Paz Internacional (Carnegie Endowment for International Peace), en un análisis del pasado 3 de abril.
EEUU también mantiene la capacidad de escalar ataques nucleares al contar con diversas opciones de rendimiento y vehículos de lanzamiento, desde grandes armas "estratégicas" capaces de destruir ciudades enteras hasta armas más pequeñas "no estratégicas" (también llamadas "tácticas") diseñadas para el campo de batalla, ahondan las expertas. Este es un parámetro clave de su estrategia "a medida" para disuadir ataques nucleares tanto a gran escala como limitados de diversos adversarios.
En Europa, la llamada disuasión extendida estadounidense está institucionalizada a través de la OTAN. Dentro de la Alianza, mantiene alrededor de 100 bombas nucleares de gravedad B-61, sobre las que Washington conserva siempre la autoridad exclusiva de uso. Se ubican en territorios de Bélgica, Alemania, Italia, Países Bajos y Turquía. "Sin embargo, algunos analistas creen que la credibilidad del componente nuclear de la OTAN depende más de las armas "estratégicas" de Washington -misiles balísticos intercontinentales estadounidenses y misiles balísticos lanzados desde submarinos-, además de sus enormes fuerzas convencionales, que de la misión DCA, que cumple principalmente una función de señalización y de tranquilizar a los aliados", destacan las investigadoras.
La OTAN creó un grupo de planificación nuclear para lograr una mayor transparencia en materia nuclear dentro del club atlantista y para debatir y consultar con Washington y Londres -que es la otra potencia nuclear europea, aparte de Francia- sobre cuestiones nucleares relevantes. París ha optado por no participar en el grupo. Además de los países que albergan los citados B-61 estadounidenses, la Alianza también ofrece espacio a países no nucleares para que apoyen operaciones nucleares, sin formar parte formal de ellas.

Las políticas de Francia y Reino Unido
Francia y el Reino Unido mantienen fuerzas nucleares comparativamente limitadas. Ambos países parten de la premisa de que las potencias nucleares más débiles pueden disuadir de forma creíble a grandes potencias como Rusia, siempre que mantengan la capacidad de infligir daños inaceptables a sus adversarios. Esto explica, al menos en parte, por qué el número de armas nucleares en sus arsenales se ha mantenido relativamente estable, a pesar de las fluctuaciones en los arsenales de las grandes potencias.
París cuenta con un brazo aéreo, compuesto por aviones Rafale y Mirage estratégicos armados con misiles de crucero nucleares, y también con un brazo marítimo, que incluye cuatro submarinos de propulsión nuclear armados con misiles balísticos (SSBN). Se estima que posee 290 ojivas nucleares. Londres, por su parte, posee lo que se conoce como una "mónada nuclear", con cuatro SSBN, y posee alrededor de 225 ojivas nucleares en total.
Ambos "tienen conceptos de disuasión más estrictos" que EEUU y sus opciones más limitadas, en teoría, "resultan en un umbral más alto para el uso de armas nucleares", exponen Besch y Bartoux. París considera que sus armas nucleares están diseñadas para disuadir un ataque contra los intereses más vitales del país, lo que considera que incluye una "dimensión europea", tal es la integración del país hoy en la estructura comunitaria. De hecho, todos los presidentes franceses, desde que lograron estas armas, han insinuado que algunos países europeos podrían estar ya, de facto, bajo el paraguas de la UE. En 1964, De Gaulle afirmó que Francia se consideraría amenazada si, por ejemplo, la URSS atacaba a Alemania.
En el pasado, cuando Francia hizo propuestas sobre ampliar la protección nuclear, otros países se mostraron reacios a responder, por no dar la impresión de que no tenían plena confianza en EEUU y la OTAN. Ahora Trump ha acelerado las cosas.
En el caso de Reino Unido, sólo considera el uso de armas nucleares en situaciones de legítima defensa extrema, lo que, desde la perspectiva de Londres, puede incluir la defensa de los aliados de la OTAN. Serían supuestos que habría que estudiar en cada caso.
Desde 1962, Londres ha vinculado explícitamente su capacidad nuclear a la defensa de la alianza de la OTAN, aunque conserva la autoridad exclusiva para decidir cuándo usar armas nucleares. Francia, por otro lado, ha mantenido sus fuerzas nucleares separadas de la Alianza para preservar su libertad de evaluación y toma de decisiones en este asunto.
La fuerza nuclear francesa tiene un tanto importante a su favor: es totalmente independiente, nacional, mientras que Reino Unido depende en parte de EEUU para el mantenimiento de sus misiles y otros elementos de las ojivas nucleares.
"Aunque la administración Trump aún no se ha pronunciado al respecto, algunos analistas de defensa en el Reino Unido temen que, si Washington deja de compartir materiales y experiencia técnica, Londres pueda tener dificultades para reponer sus reservas", dice el informe. En respuesta a estos temores, el Gobierno del primer ministro británico, Keir Starmer, ha enfatizado recientemente que EEUU sigue siendo un aliado confiable y que esta cooperación nuclear ha sido y sigue siendo un beneficio mutuo considerable para ambas naciones, palabras medidas y educadas pese a los roces por la imposición de aranceles y el plan de negociación de paz con Rusia sobre Ucrania, que obvió por completo a los aliados europeos. A diferencia de Francia, el laborista no ha considerado escenarios de "paraguas" nuclear europeo, al menos en público.

La hipotética misión europea
La magnitud y diversidad del arsenal nuclear estadounidense impiden una sustitución equivalente por parte de los europeos, esa es una verdad que hay que asumir desde el minuto uno. Macron no cuenta con tantas opciones como Trump y podría no ser capaz de construir una barrera mayor a corto plazo, toda vez que ha desmantelado las instalaciones de producción de material fisible necesarias para aumentar su arsenal. No se esperaba el escenario actual, en el que las líneas maestras de la política mundial de las últimas décadas se desdibujan.
Integrar a los aliados europeos en su disuasión nuclear no es tarea fácil para París. Tanto la extrema derecha como la extrema izquierda francesa se han opuesto firmemente a cualquier "europeización" de las fuerzas nucleares francesas. El presidente del país vecino, por eso, ha insistido en que tampoco quiere compartir ni delegar su poder para decidir cuándo están en riesgo los intereses vitales de Francia. Según el ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, la disuasión nuclear "es francesa y seguirá siendo francesa, desde su concepción hasta su producción y su funcionamiento, por decisión del presidente".
"París cree que no necesitaría modificar su postura actual para cubrir formalmente intereses europeos más amplios -Macron argumenta que disuadir a un aliado europeo de adelantarse es, de hecho, uno de los intereses vitales de París-, pero reconoce que esto podría no ser suficiente para tranquilizar a sus vecinos", dicen en el Carnegie. Entonces, ¿qué opciones hay sobre la mesa?
La integración de las fuerzas nucleares francesas en el grupo de planificación nuclear de la OTAN, que hasta ahora ha sido un obstáculo para la clase dirigente francesa, al menos mientras EEUU permanezca en la OTAN, es una vía. Desde la perspectiva francesa, la doctrina nuclear de la OTAN tiene un umbral de uso nuclear más bajo que el de Francia, dado que contempla repetidos ataques nucleares limitados. En consecuencia, París se muestra reacio a vincular sus niveles de alerta a los de la Alianza Atlántica, algo que las autoridades temen que suceda si París se involucra en el grupo de planificación nuclear.
Pero Francia tiene otras opciones para tranquilizarse, además de desarrollar más capacidades o renunciar a la toma de decisiones soberana. Podría, por ejemplo, rotar parte de su aviación estratégica entre un grupo de países europeos, lo que mandaría una señal contundente de disuasión. También puede desplegar patrullas en fronteras europeas o coordinarse con aeródromos en otros países, que poder usar en caso de emergencia.
Otra opción podría ser incluir a aliados no nucleares en una cooperación nuclear más estrecha entre Francia y el Reino Unido. Por ejemplo, el experto nuclear francés y subdirector de la Fundación para la Investigación Estratégica, Bruno Tertrais, ha argumentado en medios como Le Grand Continent que ambos países podrían establecer una fuerza conjunta de submarinos nucleares, manteniendo al mismo tiempo el control total sobre sus propias capacidades nucleares nacionales, y coordinar sus patrullas.
Ya existen esfuerzos para fomentar un mayor intercambio sobre política nuclear e intereses mutuos entre Londres y París y es probable que esta colaboración se intensifique en los próximos años. Los Estados no nucleares podrían participar en este acuerdo mediante algún tipo de apoyo convencional que los involucraría indirectamente en la misión nuclear francesa. Podrían, quizá, proporcionar aviones de escolta para la flota nuclear francesa o unirse a una fuerza de tarea con el eventual sucesor del portaaviones Charles de Gaulle.
Este tipo de apoyo convencional a las fuerzas nucleares francesas podría calmar a los aliados y permitirles familiarizarse mejor con las fuerzas nucleares francesas, de paso. Al mismo tiempo, les ofrecería una vía para financiar indirectamente una mayor escala de operaciones, como una mayor frecuencia de señales estratégicas a Rusia mediante despliegues temporales en el Báltico, donde la OTAN trabaja a destajo ahora. Este apoyo aliado indirecto también podría aliviar los temores internos ante una posible pérdida de independencia, "que sigue siendo un elemento crucial del ADN estratégico de Francia".
Hay posibilidad incluso de crear un órgano de coordinación europeo, no dependiente de EEUU, con las ventajas de una mayor proximidad geográfica para ver las amenazas y estrategias comunes y con la base de una interdependencia económica que une el futuro de todos, expone el analista Alexander Sorg en el digital especializado War on the rocks., el pasado 24 de marzo.
"El hecho de que Francia tenga un mayor interés en la seguridad europea podría compensar algunos de los desafíos que plantea el tamaño relativamente pequeño de su arsenal nuclear. Sin embargo, el tamaño y la flexibilidad del arsenal siguen siendo preocupaciones apremiantes. Resolver estos desafíos requerirá una combinación de formulación de políticas creativas -como la cofinanciación o financiación cruzada de la disuasión francesa por parte de los aliados europeos- y esfuerzos concretos para fortalecer y modernizar el arsenal", ahonda.
Elie Perot, investigador del Centro de Seguridad, Diplomacia y Estrategia (CSDS) de la Universidad Libre de Bruselas, es más práctico y habla de lo que se puede hacer en un plazo corto un plazo largo. En un informe del 20 de marzo, dice que, de inicio, "el lenguaje de la doctrina francesa podría orientarse más explícitamente hacia la lógica de la disuasión extendida frente a los aliados europeos" y, operativamente, puede recurrir a "ejercicios nucleares aerotransportados franceses que podrían involucrar cada vez más a otras fuerzas armadas europeas". En el plano político -tan clave como el militar-, "Francia también podría acercarse a la OTAN en materia nuclear".
A largo plazo, "si no se restablece la confianza en el paraguas estadounidense", se podrían implementar "cambios más profundos" en la disuasión nuclear francesa, la force de frappe. "Cabe prever la posibilidad de albergar, temporal o permanentemente, fuerzas nucleares aerotransportadas francesas en otros países europeos. La doctrina de escalada de Francia también podría ser más gradual, para ganar credibilidad ante los aliados europeos", enumera. "En cualquier caso, el fortalecimiento del paraguas nuclear francés sobre Europa tendría que formar parte de un refuerzo más amplio de la "disuasión estratégica" del continente frente a Rusia, que involucrara no sólo las fuerzas nucleares del Reino Unido, sino también contribuciones adicionales de armas convencionales de alto nivel de otras naciones europeas", argumenta Perot.
Cita, como ejemplo de esfuerzo complementario, el escudo europeo antimisiles, liderado por Alemania y aún sin clara participación española. Esto garantizaría que la futura defensa del continente contra Rusia fuera un esfuerzo verdaderamente europeo común, en el que cada nación contribuiría según sus propios medios y capacidades.
La confianza general es que no hay que llegar a todo esto y que sólo la intentona de un paraguas amplio o movimientos concretos y bien medidos -o sea, enseñar los dientes-, ya tengan un efecto disuasorio ante futuros enemigos. Que se vea que hay un frente sólido, con medios y solidario.

Respuestas para los nuevos miedos
Macron y sus predecesores han declarado repetidamente que los intereses vitales de Francia no acaban en sus fronteras, sino que siguen en los confines de los Veintisiete. El concepto de "intereses vitales" se mantiene ambiguo, pero es así a propósito, para disuadir a los adversarios de atacar justo por debajo del umbral nuclear y para dar suficiente margen de maniobra al presidente para decidir cuándo los intereses vitales del país están en peligro.
El presidente francés también parece confiar en que Europa puede disuadir ataques a gran escala sin necesidad de las garantías de seguridad nuclear de EEUU y es, de hecho, el líder más dispuesto a ganar autonomía estratégica en el plano defensivo, incluso con la creación de un Ejército europeo, también avalado recientemente por su homólogo español, Pedro Sánchez. "Tenemos credibilidad porque hoy, entre los países europeos miembros de la OTAN, hay dos potencias nucleares plenamente europeas", ha declarado el liberal, que además está a dos años de dejar El Elíseo y tiene ganas de marcar la diferencia.
"La tendencia de Francia a tomar decisiones unilaterales y a expresar abiertamente opiniones contrarias al consenso europeo y de la OTAN ha dañado en ocasiones su reputación como un aliado europeo fiable. Las elecciones francesas de 2027, en las que podrían ganar las fuerzas antieuropeas, también rondan la mente de los aliados", avisan las analistas Bartoux y Besch. Sin embargo, la mayoría cree que Francia "se sentiría directamente amenazada por una invasión o destrucción a gran escala de otro país europeo, especialmente de un país vecino, debido al alto nivel de interdependencia económica resultante de la integración europea".
Sin embargo, surgen dudas sobre cómo los planificadores nucleares franceses y británicos ven las amenazas de menor nivel para los países europeos, especialmente para aquellos más alejados. En una situación en la que París y Londres no pudieran -ni quisieran- subir al escalón de la escalada nuclear con Moscú (que tiene claramente un arsenal mucho mayor, con unas 4.380 ojivas, y más flexible que el de ambos países juntos), "sólo una fuerte presencia militar convencional permitiría a Europa defender a estos estados y disuadir una mayor escalada en el futuro".
En este contexto, la posible reducción o salida del personal militar convencional estadounidense de Europa plantea "una preocupación aguda e inmediata." Por lo tanto, para disuadir eficazmente la agresión rusa, "no basta con diseñar un paraguas nuclear europeo; los europeos deben centrarse en reforzar sus fuerzas convencionales", recomiendan en el think thank washingtoniano.
¿Carrera nuclear?
Las ganas de tener un paraguas nuclear ante lo que se pueda avecinar (ataques de unos y desprotección de otros) no necesariamente debe llevar a una carrera armamentística nuclear en suelo europeo. Eso lleva mucho esfuerzo y mucho gasto. Además, partimos de la base de que todos los estados europeos son parte del principal tratado de no proliferación y probablemente se retirarían si buscaran armas nucleares.
Un Estado podría retirarse del tratado, tras un preaviso de tres meses, si el Consejo de Seguridad de la ONU coincide con su dictamen de que "acontecimientos extraordinarios... han puesto en peligro los intereses supremos de su país". El Estado que prolifera podría seguir incumpliendo otras leyes o compromisos, dependiendo del carácter técnico de sus programas nucleares. "Podría estar incumpliendo compromisos de usos pacíficos con los proveedores de su combustible nuclear o tecnología de reactores, lo que podría desencadenar respuestas internacionales punitivas", ejemplifica el dossier.
Además de las consideraciones de derecho internacional, el Estado que prolifera debe recordar que la construcción de armas nucleares lleva años y requiere materiales, instalaciones y conocimientos especializados costosos. La construcción de unos pocos explosivos nucleares no le proporcionará una fuerza nuclear capaz de sobrevivir; para ello, necesitaría suficientes armas que pudieran ocultarse o lanzarse antes de que un adversario como Rusia pudiera destruirlas. Durante el período intermedio, el país sería además muy vulnerable al sabotaje, el asesinato de personal clave y otras formas de ataque destinadas a desactivar su programa nuclear.
¿Washington, París o Londres protegerían a un país europeo en vías de proliferación? Durante décadas, prevenir la proliferación nuclear europea ha sido un objetivo explícito de la disuasión extendida estadounidense. En el equipo de Trump se han considerado recientemente diferentes ideas sobre la conveniencia de una proliferación "amistosa", pero no han comentado a las claras si EEUU protegería a sus "amigos" en el proceso de adquisición de sus propias armas nucleares ni cómo lo haría. Es improbable que París y Londres apoyen tales esfuerzos, de partida.
La tentación de los países vulnerables de especular sobre la posibilidad de desarrollar armas nucleares es "comprensible" en este escenario, dicen las autoras, pero los detalles sobre cómo se podría lograr esto y cuáles serían los probables riesgos y costos, en comparación con estrategias diplomáticas y de defensa alternativas, aún deben abordarse seriamente.
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