Por favor, habilita JavaScript para ver los comentarios de Disqus.
Luka Modric, el niño que sobrevivió a la guerra y el hombre que se convirtió en leyenda

Luka Modric, el niño que sobrevivió a la guerra y el hombre que se convirtió en leyenda

El histórico jugador del Real Madrid y de Croacia ha logrado consolidarse como uno de los mejores centrocampistas de la historia del fútbol. Sus inicios están marcados por el dolor, la sangre, las bombas y las lágrimas de aquel que lo perdió todo.  

Luka Modric celebrando la Champions de la temporada 2022 en París, Francia.DeFodi Images via Getty Images

Todavía no había polvo, ni cenizas, ni el estruendo de las bombas. Corría el 9 de septiembre del año 1985 cuando la ciudad yugoslava de Zadar -una de más pobladas de la actual Croacia- vio nacer a Luka Modric. La infancia del joven quedó eclipsada a los pocos años por el horror de la guerra, el dolor de la pérdida y la angustia de quien debe de huir para salvar su vida. En 1991 estalló la guerra de los Balcanes, uno de los acontecimientos más sangrientos y letales que se han vivido en suelo europeo que llegó a dejar cerca de 200.000 muertos y millones de desplazados. Aquel capítulo oscuro de la humanidad que acumuló disputas étnicas, religiosas y territoriales tras la disolución de Yugoslavia.

Por aquel entonces, los padres y abuelos de Modric residían en Zaton Obrovacki; una modesta y pequeña aldea del municipio de Jasenice, en Zadar. Como muchas familias del que fuera territorio soviético, su vida prescindía de lujos y ostentaciones, aquel era un camino protagonizado por la humildad y el trabajo silencioso. El abuelo del que sigue siendo jugador del Real Madrid era un pastor como los que recorren las calles de la capital española una vez al año en la Fiesta de la Trashumancia. El niño heredó su nombre, el amor incondicional como primer nieto y la breve infancia que estuvo bañada de sus recuerdos: acompañarle a pasear a las ovejas, las anécdotas de su abuela Jela, en definitiva, la ternura de aquellos que crían cuando los padres están ausentes por el trabajo fue aquello que determinaría la vida del joven Luka.

Sin embargo, las ovejas que habían acompañado los pocos años de vida de Modric auguraron el final de su breve felicidad. El 18 de diciembre de 1991, cuando el niño tenía seis años, aquellas merinas llegaron a la aldea sin su pastor. Algo inédito que levantó los mayores temores de la familia al haber comenzado la guerra a principios de ese mismo año. Un grupo de paramilitares serbios habían disparado contra el señor de 66 años que irremediablemente falleció y cuyo cadáver fue encontrado por el padre del futbolista. Peter Staunton, un periodista que narró los orígenes del jugador de fútbol para un artículo en Goal, descubrió que las autoridades serbias eran conocedoras de los asesinatos que se estaban produciendo en Zaton Obrovacki. El resultado fue la directriz de no investigarlos. En otras palabras, nunca se supo quiénes fueron los artífices del asesinato del abuelo de Luka Modric.

La pérdida y la inminente ocupación serbia obligaron a la familia a abandonar la modesta casa de piedra que se situaba en la ladera del pequeño poblado condal. Entre la noche y el bosque lograron ocultar la huida silenciosa de la guerra, el dolor y sufrimiento en busca del tío de Luka que se encontraba a 230 kilómetros -residente de la localidad de Makarska, donde se hospedaron durante cuatro meses-. Se convirtieron irremediablemente en refugiados, con todo lo que ello conlleva. No fue hasta llegar a Zadar donde encontraron un pequeño escondite donde poder lidiar con el duelo. En la ciudad que había visto nacer al pequeño Luka, llegaron otras familias en busca de auxilio y cobijo. Aquello que un día fue Yugoslavia se tornó en la ley de la selva y en un 'sálvese quien pueda' y una habitación de 20 metros cuadrados del hotel Kolovare se transformó en un pequeño oasis en ese desierto cubierto de polvo y cenizas.

Entre las bombas y misiles que compusieron la banda sonora principal de la ciudad, una pequeña sintonía rebelde empezó a cobrar protagonismo en el aparcamiento del hotel para refugiados. Los niños, ausentes de infancia e inocencia, encontraron en el balón de fútbol el desahogo inabarcable de aquel que lo ha perdido a todo. Una vía de escape que une a pueblos y consuela a los más desfavorecidos fue el clavo ardiendo al que se pudo agarrar Luka Modric. La luz al final del túnel se agrandaba con cada disparo a las paredes de aquel parking en el que algún empleado del recinto aseguró que el pequeño rompía más ventanas que las bombas -no era momento para decirle aquello de Joan Manuel Serrat de "niño, deja ya de joder con la pelota"-. Todos jugaban al fútbol cuando los atronadores sonidos de la guerra lo permitían; cuando no, corrían a alguno de los refugios más próximos a su localización. Una práctica que se volvió en costumbre con el paso de los meses.

En busca de la normalidad perdida, la familia Modric fue realojada en otro hotel llamado IZ, donde el jugador pudo probar suerte en el club NK Zadar. Su padre, conocedor de todo por lo que había tenido que pasar su hijo a tan temprana edad, hizo todos los esfuerzos necesarios para que el alivio de su dolor estuviera presente en su vida. El talento y brillo del pequeño no pasaron desapercibidos y a los 10 años hizo la prueba para el Hajduk Split, el equipo más importante de la región. Sin embargo, la suerte todavía no le acompañaría al ser rechazado por su ligera envergadura y su baja estatura, lo que le obligaría a vivir seis años más en Zadar donde el balón siempre estuvo pegado a sus pies. 

  Luka Modric jugando con el Dinamo de Zagreb ante el Werder Bremen en la UEFA Champions League de 2007.Bongarts/Getty Images

A los dieciséis años, el director del club en el que Modric jugó durante toda su adolescencia, Tomislav Basic, le recomendó al Dinamo de Zagreb -considerado por muchos el equipo más importante de Croacia-. Tras dos años de cesiones e indecisión, con dieciocho años logró consolidarse como una figura clave y cerebro del primer equipo donde logró alzarse con el título de liga local en 2006. No sólo eso, en el mismo año fue seleccionado por la selección que disputó el Mundial de Alemania. Desde entonces, su historia esta bañada de hitos deportivos y una carrera que le coloca entre los mejores centrocampistas del deporte rey europeo.

Consolidándose como el eje de la peonza en la que giraba el Dinamo y tras tres temporadas, el Tottenham Hotspuer de la Premier League puso encima de la mesa 20 millones de euros por aquel niño que sobrevivió a la guerra y que dio sus primeros toques al balón entre bombas y misiles. Una suma por aquel entonces muy elevada que le colocó en el mapa mundial de cualquier amante del deporte rey. En el cálido agosto madrileño de 2012, el Real Madrid fichó a Luka Modric. "42 millones de euros para tapar vergüenzas", fue el titular de algún periódico después de que el conjunto blanco hiciera una mala temporada y que ha padecido un mal envejecimiento. 

Con la humildad y sacrificio que adoptó desde las cenizas de su tierra, Luka Modric deslumbró al mundo durante trece temporadas en Madrid. La calidad desbordante, visión de juego inigualable, determinación irrenunciable y un exterior esculpido por los ángeles han consolidado al croata como una de las piezas más importantes de uno de los mejores centros del campo de la historia, escritor del tiempo más laureado de la historia del club. Un total de 28 títulos, donde destacan seis Champions; una final del mundo con Croacia, selección donde se ha convertido en el mayor estandarte histórico; y un Balón de Oro en 2018, que rompió la dinámica Messi-Cristiano, le consolidan como uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos.

Este sábado, el Santiago Bernabéu -lugar que ha sido su hogar durante años y que ha presenciado hazañas memorables del croata- dedicará su último adiós al niño que resurgió de sus cenizas y que sobrevivió al horror de la guerra. Aplaudirá al hombre que escribió la historia con el balón y sus botas sobre el césped con el 10 a la espalda y que nunca olvidó el asfalto del que emergió. Despedirá a una leyenda que se sobrepuso a todas las dificultades de la vida, que se alzó ante la adversidad consagrando una carrera de ensueño y que deja un legado para todos aquellos que quieran seguir sus pisadas, porque como él dice: "Sé por experiencia que las mejores cosas de la vida nunca caen del cielo".        

OSZAR »