Por favor, habilita JavaScript para ver los comentarios de Disqus.
Ponen nombre al fenómeno que impide dejar de ver vídeos de comida grotesca

Ponen nombre al fenómeno que impide dejar de ver vídeos de comida grotesca

Comportamientos que provocan una mezcla de asombro y vergüenza ajena.

Hombre disfrutando de una pizzaGetty Images

Las redes sociales se han convertido en el gran motor de la cultura contemporánea, capaces de transformar en cuestión de horas un vídeo o un hashtag en una tendencia global. Su capacidad de viralización no solo difunde contenidos, sino que también acuña vocablos y conceptos que definen nuevas realidades como el término ‘cringe’, que se usa para referirnos a situaciones o comportamientos patéticos que dan vergüenza ajena.

En los últimos años, el ‘cringe’ ha colonizado ámbitos tan diversos como la moda, el arte o incluso la política. Ahora, la gastronomía también ha sido alcanzada por esta nueva tendencia que inunda las redes sociales. Así surge el ‘gastrocringe’, ese conjunto de vídeos de platos grotescos y comportamientos culinarios que provocan una mezcla de asombro y vergüenza ajena, tanto que resultan irresistiblemente adictivos.

Este término fue acuñado por Julián Otero, cocinero y parte del equipo de i+D del restaurante Mugaritz (Errentería, Gipuzkoa), durante la última edición de Diálogos de cocina en el Basque Culinary Center. Según Otero, la idea nació como una “intención de justicia” frente a un paisaje digital lleno de hamburguesas gigantes cubiertas de oreo, juegos de palabras sexuales con la comida y reacciones de influencers que apenas usan adjetivos como brutal o increíble cuando monetizan una degustación en redes. 

¿En qué consiste?

“En estos clips hay muchas cosas que no están bien, no solo a nivel técnico, sino también moral”, asegura el cocinero intentando hacer reflexionar sobre la decadencia postcapitalista en torno a la comida y los memes. “Es necesario señalar a los creadores de estas piezas que no estás de acuerdo con lo que hacen o seguirán pensando que eso está muy bien”, afirma haciendo alusión a un comportamiento activo y justiciero.

En la práctica, el ‘gastrocringe’ exhibe combinaciones absurdas, raciones desmesuradas y una puesta en escena pensada para captar la atención de una forma exagerada. Lejos de buscar un disfrute gastronómico auténtico, quienes crean este tipo de contenido buscan convertir cada bocado en un acto viral. De su práctica nace el módivoro, otro neologismo de Otero, para referirse a aquel sujeto que no come por hambre ni por placer sino “por algoritmo”: aquel que busca contenidos extremos, abrumadores o escandalosos para alimentar sus redes sociales.

¿Por qué no podemos dejar de mirar?

Detrás del impulso a visionar estos vídeos operan mecanismos psicológicos y de neuromarketing que explotan nuestra tendencia a la vergüenza ajena y al sesgo de confirmación. Por un lado, nos reconforta saber que no somos nosotros los que están al otro lado de la pantalla actuando de forma exagerada; por otro, buscamos estímulos que coincidan con nuestras expectativas y nos hagan sentir que tenemos la razón.

Además, los contenidos ‘gastrocringe’ apelan al sistema de recompensa del cerebro, es decir, la anticipación de lo grotesco libera dopamina incluso antes de ver el desenlace del plato. “De hecho, los mayores picos no ocurren mientras comemos, sino justo antes de que el plato llegue a la mesa”, explica Otero. Por ello, muchos chefs apelan a un regreso a la esencia de los sabores honestos, la técnica depurada y el respeto por el producto.

OSZAR »