Fàtima Ofkir, la joven catalana, ha aterrizado esta mañana en el aeropuerto de Barcelona-El Prat, luego de haber sido liberada tras recibir una amnistía por parte del sultán de Omán. Allí, estuvo detenida durante siete años después de ser condenada a cadena perpetua por un delito relacionado con el tráfico de drogas.

El avión en el que viajaba ya ha llegado, pero la joven y su familia han optado por reunirse en un lugar apartado, lejos de los medios de comunicación que esperaban en la zona de llegadas, según ha informado el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en una entrevista con Catalunya Ràdio.

Albares destacó que Fàtima se encontraba muy emocionada, y subrayó que lo más relevante en este momento es que pueda estar tranquila para reunirse con sus padres y recuperar la normalidad en su vida.

La joven fue incluida en la amnistía anual que otorga el sultán tras el Ramadán, gracias a las gestiones realizadas por sus abogados, Vosseler Abogados, y el apoyo de diversas personalidades como el empresario Antonio Sagnier y el juez Baltasar Garzón.

Fàtima, vecina de l'Hospitalet de Llobregat (Barcelona), cumplía una pena de cadena perpetua después de haber sido reclutada por una organización de narcotraficantes en España. La enviaron a Omán para recoger un paquete con siete kilos de morfina en un hotel, con la intención de llevarlo de vuelta a su país.

Aunque Fàtima trató de arrepentirse antes de cumplir la misión, la policía omaní irrumpió en el hotel y encontró el paquete de droga en un armario. Desde agosto de 2018, cuando tenía 18 años, Fàtima estuvo encarcelada en la prisión femenina de Mascate.

Según los abogados de la joven, el juicio al que fue sometida estuvo lleno de irregularidades, y su primer defensor no actuó correctamente, limitándose a recibir el dinero de la familia sin ofrecerle una defensa adecuada. Durante el proceso, Fàtima no entendía el árabe ni lo que sucedía a su alrededor.

Al momento de su encarcelamiento en 2018, Fàtima se convirtió en la española más joven en cumplir condena en una prisión extranjera. En el penal, se le obligaba a usar un burka, rezar cinco veces al día, y solo podía hablar con su familia por teléfono durante un minuto cada quince días.

Además, se le ofreció la posibilidad de intercambiar su pena de cadena perpetua por la pena de muerte, una opción que, según sus abogados, la joven llegó a considerar en un estado de gran desesperación.