Así es el quebrantahuesos, la feroz ave que se alimenta de los huesos de sus presas
La temporada de reproducción comienza en otoño, con la puesta de huevos en invierno.

El quebrantahuesos, conocido científicamente como Gypaetus barbatus, es una de las aves más impresionantes y enigmáticas del mundo. Su nombre, que literalmente significa "rompehuesos", refleja su peculiar hábito alimenticio que lo distingue de otras aves rapaces. Esta especie, que habita en diversas regiones montañosas de Europa, Asia y África, ha capturado la atención de científicos y conservacionistas debido a su comportamiento único y su estado de conservación.
A lo largo de los años, el quebrantahuesos ha sido objeto de numerosos estudios y esfuerzos de conservación. Su capacidad para sobrevivir en entornos hostiles y su dieta especializada lo convierten en un tema fascinante para la investigación. En este artículo, exploraremos en detalle las características, el comportamiento y los desafíos de conservación de esta ave extraordinaria.
El quebrantahuesos es una de las aves rapaces más grandes, con una envergadura alar que puede alcanzar los 3 metros y un peso que oscila entre los 4,5 y 7 kilogramos. Su plumaje varía con la edad, presentando diferentes coloraciones que van desde el marrón oscuro en los juveniles hasta el blanco y negro en los adultos. A diferencia de otros buitres, el quebrantahuesos tiene la cabeza cubierta de plumas, lo que le permite mantenerla limpia mientras se alimenta de huesos.
Una de las características más notables del quebrantahuesos es su dieta osteófaga. Esta ave se alimenta casi exclusivamente de huesos, que obtiene de cadáveres de animales muertos. Para consumirlos, el quebrantahuesos vuela a grandes alturas y deja caer los huesos sobre rocas para romperlos en fragmentos más pequeños que pueda ingerir. Este comportamiento no solo le permite acceder a la médula ósea, rica en nutrientes, sino que también evita la competencia con otros carroñeros.
El quebrantahuesos se encuentra en regiones montañosas de Europa, Asia y África. En Europa, su presencia es notable en los Pirineos, los Alpes y la cordillera Cantábrica, donde ha sido reintroducido con éxito. En Asia, habita desde Anatolia hasta los montes Tian Shan y el Himalaya, mientras que en África se le puede encontrar en el Gran Valle del Rift y Sudáfrica.
A pesar de su adaptabilidad, el quebrantahuesos enfrenta numerosas amenazas que han llevado a su declive en varias regiones. La caza furtiva, el envenenamiento y la electrocución en tendidos eléctricos son algunas de las principales causas de mortalidad. Además, la pérdida de hábitat y la disminución de presas disponibles también afectan negativamente a sus poblaciones.
Para proteger a esta especie, se han implementado diversos programas de conservación. En Europa, por ejemplo, se han llevado a cabo proyectos de reintroducción en los Alpes y la cordillera Cantábrica, donde se han liberado ejemplares criados en cautividad. Estos esfuerzos han mostrado resultados prometedores, con un aumento gradual de las poblaciones en estas áreas.
Los programas de conservación del quebrantahuesos incluyen varias etapas y procedimientos. Primero, se identifican las áreas adecuadas para la reintroducción, evaluando factores como la disponibilidad de alimento y la presencia de amenazas. Luego, se crían ejemplares en cautividad, asegurando que estén en condiciones óptimas para ser liberados en la naturaleza.
Una vez liberados, los quebrantahuesos son monitoreados de cerca mediante el uso de dispositivos de rastreo GPS, lo que permite a los conservacionistas seguir sus movimientos y comportamiento. Este seguimiento es crucial para evaluar el éxito de los programas de reintroducción y hacer ajustes según sea necesario.
El quebrantahuesos alcanza la madurez sexual alrededor de los 5-7 años de edad y suele emparejarse de por vida. La temporada de reproducción comienza en otoño, con la puesta de huevos en invierno. Las hembras ponen uno o dos huevos, que son incubados por ambos padres durante aproximadamente dos meses. Los polluelos permanecen en el nido durante unos cuatro meses antes de emprender su primer vuelo.
En cuanto a los programas de reintroducción, uno de los más exitosos ha sido el llevado a cabo en los Alpes, donde se han liberado más de 200 ejemplares desde 1986. Este proyecto ha contribuido significativamente a la recuperación de la especie en esta región, con una población estable y en crecimiento.