Ruido en la coalición, pero sin romper
Sánchez se muestra incapaz de controlar la agenda y su equipo habla de una campaña “mafiosa” en su contra. Yolanda Díaz no romperá pero exige depurar responsabilidades.

La única certidumbre que, a priori, tiene Pedro Sánchez es que sus aliados parlamentarios no van a dejarle caer. Esto es, que la moción de censura con la que amaga Alberto Núñez Feijóo no tiene visos de fructificar de ninguna de las manera. “Los socios no están locos”, zanjan en Moncloa. “Con Vox en la ecuación, que no cuenten con nosotros”, suelen repetir, por ejemplo, en el PNV. “El Gobierno no va a caer”, tuvieron que repetir una semana más en el entorno del presidente.
Atados los apoyos en la Carrera de San Jerónimo para resistir, está el día a día político y mediático. Y lo cierto es que el Ejecutivo se muestra incapaz de controlar la agenda. El temor a lo que “aún pueda estar por llegar” se ha instalado en los cuadros socialistas. “Abrir los periódicos se ha convertido en un calvario”, reconocía gráficamente un diputado socialista. El ruido, confiesan sin micrófonos encendidos, sube de decibelios.
Para Moncloa, lo que ocurre es que hay una campaña de acoso “brutal” y “mafiosa” contra Sánchez por una parte de la judicatura, de los cuerpos de seguridad del Estado y de los medios de comunicación. “Están echados al monte”, dicen. “No nos van a derribar”, avisan en el Ejecutivo. “¿Qué día es bueno?”, ironizaba un ministro, al ser preguntado por los cambios en el ministerio del Interior, que provocaron una oleada de especulaciones sobre el futuro político de Fernando Grande-Marlaska.
Si bien, más allá de lo que traslada el entorno del presidente, los movimientos internos han arreciado esta semana. Como prueba, los vivido el miércoles en los márgenes de la sesión de control en el Congreso, sin Sánchez presente. Primero, Ferraz aseguró que no tenía previsto tomar medidas disciplinarias contra Leire Díez, la denominada fontanera socialista que buscaba información comprometedora sobre fiscales y guardias civiles. Después, se le abría un expediente informativo -que no disciplinario- sin medidas cautelares. Entre medias, una corriente interna indignada por la respuesta de la cúpula.
Por su puesto, Emiliano García-Page, el presidente de Castilla-La Mancha, fue el primero en alzar la voz exigiendo actuar contra Díez. Pero lo relevante es que detrás le siguieron otros, algunos en público y otros muchos en privado. “Leire es una militante que no tiene nada que ver con Ferraz”, afirmó Santos Cerdán, el responsable de la Organización del PSOE, casi a la carrera en los pasillos del Congreso. Al final, se tomó la decisión de expedientarla, aunque las críticas internas no cedieron.
El terremoto ha sido tal que ha obligado a Yolanda Díaz a pronunciarse. Con Sánchez en Bruselas, la vicepresidenta tuvo que aguantar como la oposición le acusara en bloque de ser cómplice de las presuntas corrupciones que rodean al PSOE. Un día después, afirmó: “Los hechos de ser ciertos son gravísimos y, por tanto, con la prudencia debida, que se investiguen y se depuren responsabilidades”. Y habló de “espectáculo bochornoso”.
¿Esto significa que el Gobierno de coalición puede llegar a romperse? “En ningún caso”, aseguran desde el lado de Sumar. La propia Díaz reivindicó la estabilidad del Ejecutivo en sede parlamentaria, pese a que en privado se muestran muy enfadados con Sánchez porque sus polémicas “impiden” reivindicar la acción gubernamental. “La legislatura va a continuar”, repiten, como también dan por descontado en PNV, Junts o ERC. Y a ello se acogen en el equipo de Sánchez.
El Partido Popular, por su parte, calienta ya la concentración convocada para el domingo ocho de junio en la plaza de España de Madrid. El mensaje de Génova a sus organizaciones territoriales ha sido cristalino: “Hay que arrasar” en número de asistentes. Por ello, los barones territoriales no solo asistirán sino que se implicarán en el lleno fletando centenares de autobuses. Carlos Mazón, el presidente de la Generalitat valenciana, tiene previsto asistir, como también los expresidentes José María Aznar y Mariano Rajoy.
La opción que Feijóo no contempla, de momento, es la de la moción de censura. Y ello pese a que un sector del partido le aprieta en este sentido. “La gente nos pide que hagamos todo lo posible”, explica un alto cargo. “Se puede ganar simbólicamente”, aducen.
Si bien, el líder gallego quiere antes tener los apoyos necesarios, y ello parece harto improbable. “El presidente ha sido muy claro, no vamos a aceptar presiones”, replican en Génova a Vox, que le pide que dé el paso. José María Aznar o Juanma Moreno coinciden en sus reservas. “No hay que quemar todas las balas”, tampoco la de citar a Sánchez en la comisión de investigación en el Senado.