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Sorprende el pequeño pueblo en el que las vacas superan en número a los humanos

Sorprende el pequeño pueblo en el que las vacas superan en número a los humanos

Una comunidad que presume de una tradición lechera única.

Imagen de archivo de vacas pastandoGetty Images

En un rincón casi perdido de la costa californiana, un diminuto pueblo ha encontrado su razón de ser más allá de sus escasos habitantes. Harmony, con menos de veinte vecinos censados, presume de un secreto cuanto menos curioso: las vacas superan en número a las personas. Y no solo eso, sino que estos animales forman parte de su legado histórico y hoy se alzan como verdaderos protagonistas de su identidad.

Este núcleo urbano, enclavado en la región costera de San Luis Obispo, alberga tan solo 18 residentes y cuenta apenas con unas pocas calles. Además de destacar por su pequeño tamaño, Harmony es popularmente conocido por su carisma y su peculiar relación con las vacas. De hecho, actualmente los bovinos, tanto reales como escultóricos, superan con creces a la población humana, algo que tampoco es muy difícil debido al escaso censo.

El origen de este diminuto pueblo está ligado a la industria láctea, ya que nació en 1869 de la mano de colonos suizos y alemanes, quienes formaron una cooperativa destinada a producir quesos y mantequilla para la región. Más adelante, en 1901, la Harmony Valley Dairy Co‑Op alcanzó su plenitud, elaborando hasta 2.000 libras de queso diarios antes de cerrar en 1955. Pese a su cese, el espíritu de aquella época dorada aún perdura en cada rincón del pueblo.

Atractivos de Harmony

Las vacas siempre han sido protagonistas del desarrollo local de este pequeño núcleo urbano californiano, llegando incluso a convertirlo hoy en un museo al aire libre de su propia tradición lechera. Combatiendo el irremediable paso del tiempo, la comunidad ha sabido rendir homenaje a este legado bovino manteniendo viva su memoria a través del arte, visible en sus escasas calles.

El homenaje a su pasado agrario se materializa en diversas esculturas y murales de vacas pintadas por artistas locales. Entre ellas destaca Daisy, una vaca lanzadora de frisbees donada por la ciudad de Nueva York y que ahora preside un jardín interior. También hay otra divertida escultura de una vaca monje que lleva una rueda de queso y come un helado. En definitiva, representaciones que celebran la genética bovina con originalidad.

Aunque diminuto, Harmony presume de grandes atractivos. Uno de ellos es su encantadora capilla, muy codiciada para bodas y eventos por su atmósfera bucólica e idílica. También se puede visitar la tienda de vidrio soplado y galerías de arte, donde los artesanos locales venden piezas únicas. En este pueblo las vacas no solo superan en número a las personas, sino que son las guardianas de un legado que combina historia, arte y un reclamo turístico inigualable.

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