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Los excursionistas adoran hacer una ruta por el 'Gran Cañón' de este pueblito de Alicante

Los excursionistas adoran hacer una ruta por el 'Gran Cañón' de este pueblito de Alicante

Un enclave de paisaje kárstico y con gran valor ecológico.

Gran Cañón.Francesco Riccardo Iacomino/GETTY IMAGES

España atesora rincones de una belleza singular que son capaces de competir con cualquier destino de renombre internacional. Desde las cumbres nevadas de los Pirineos hasta las cálidas playas de la Costa de la Luz, pasando por desiertos, bosques centenarios y ciudades históricas declaradas Patrimonio de la Humanidad, nuestro país despliega un abanico de paisajes y tesoros culturales que sorprenden a quienes los descubren.

Entre las comarcas de La Safor, El Comtat y La Marina Alta se esconde un desfiladero de roca caliza pulida que supera con creces la espectacularidad de su nombre: el Barranc de l’Infern, también conocido popularmente como el “Gran Cañón alicantino”. Cada año, cientos de excursionistas y amantes de la aventura visitan este singular enclave para admirar el abrupto paisaje kárstico y poner a prueba su valor ecológico.

El barranco está atravesado por el río Girona y cuenta con nueve zonas de descenso vertical, conocidas como rápeles, que suponen más de nueve kilómetros de saltos y cascadas continuas que lo convierte en un referente para la práctica de barranquismo técnico en la Comunidad Valenciana. El intenso pulido de la roca caliza blanquecina ha generado marmitas naturales, toboganes y otras formaciones geológicas dignas de admiración.

Barranquismo y senderismo

Este Gran Cañón alicantino se encuentra en la localidad de Vall de Ebo, un pequeño pueblo de menos de 300 habitantes que, a pesar de su reducido tamaño, ha sabido conservar intacta la autenticidad y el encanto de la vida rural mediterránea. Sus vecinos ofrecen una hospitalidad cálida y genuina, compartiendo recetas tradicionales y leyendas locales que fortalecen el vínculo entre la comunidad y este monumento geológico.

A pesar de su belleza cautivadora, el cañón es especialmente peligroso durante episodios de lluvia intensa, ya que el cauce crece de forma torrencial y no ofrece salidas fáciles. “Infern” es el nombre que se le pone a parajes inhóspitos preservados por la fuerza inagotable de la naturaleza, por lo que los expertos recomiendan acudir únicamente con el material adecuado de escalada y con experiencia previa en espeleología y rápel.

Para los aquellos que buscan menos riesgos, a escasos metros de la garganta se ubica una ruta apodada la Catedral del Senderismo, que recorre unos 15 kilómetros con 6.800 escalones de piedra, construidos en el siglo XVII por moriscos en su huida hacia zonas más resguardadas. El itinerario, que parte de Fleix y Benimaurell, suele completarse en alrededor de 6 horas y 45 minutos, ofreciendo panorámicas que fusionan historia y naturaleza.

Aunque el Barranc de l’Infern se mantiene seco gran parte del año, sus manantiales y lagunas ocultas invitan a los visitantes a combinar barranquismo y senderismo en cualquier estación, gracias al clima suave de la Marina Alta. Con su mezcla excepcional de relevancia geológica, rica historia humana y desafíos deportivos, el Barranc de l’Infern se ha consolidado como una parada obligada en el mapa de los aventureros.

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