Este es el pueblo español más alejado del mar: 364 kilómetros hasta llegar a una playa y no es Madrid
Más de cuatro horas y media en coche para darse un chapuzón.

El título de centro peninsular se ha disputado siempre entre varios municipios cercanos a Getafe y Pinto, dependiendo de las mediciones y criterios empleados, e incluso se ha llegado a plantear que lo fuera la Puerta del Sol de Madrid por su icónica placa del kilómetro 0. No obstante, los especialistas coinciden en que el verdadero centro se encuentra realmente en un municipio de Toledo que además está considerado como el pueblo español más alejado del mar.
Concretamente, se ubica a Nombela como el pueblo más distante del mar en toda la península ibérica. Con una población que no alcanza los 900 habitantes, esta localidad toledana es un símbolo de tranquilidad y autenticidad rural. La playa más cercana es la de Malvarrosa en Valencia, que se encuentra a una distancia de 364 kilómetros en línea recta que asciende a 430 kilómetros si se recorre por carretera.
Teniendo estos datos en cuenta, un vecino de Nombela debe conducir más de cuatro horas y media para poder sentir la brisa marina y darse un chapuzón. Lejos de ser un hándicap, los nombelanos celebran esta seña de identidad que conecta con la más pura tradición castellana. Su paisaje de montes bajos, olivares y campos de cultivo ofrecen un ritmo de vida pausado, alejado del bullicio costero.
Con alternativas fluviales
Además de su pasado ligado a la agricultura y la ganadería, Nombela presume de algunas joyas históricas tan emblemáticas como la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, con más de cinco siglos de historia y un retablo plateresco que conserva la devolución del Renacimiento. A pocos metros se ubica la ermita del Santo Cristo de la Nava, un centro de fervor popular durante las fiestas patronales.
Aunque el Mediterráneo esté lejos, el río Alberche ofrece un oasis de aguas dulces donde refrescarse cuando el calor aprieta. La cercana playa fluvial de Escalona permite disfrutar de un chapuzón en verano, de la misma forma que el embalse de Cazalegas invita a practicar deportes acuáticos como el windsurf, al kayak o a la vela. A poca distancia, la Sierra de San Vicente contrasta con la inmensidad de su llanura manchega llena de rocas graníticas.
Por todo ello, Nombela se convierte en un enclave único que, lejos de quedarse en meras curiosidades geográficas, impulsa un turismo rural y subraya el valor de lo castellano, convirtiéndose en un símbolo del corazón territorial de España. Su ubicación estratégica y su rico patrimonio histórico y cultural lo posicionan como un referente geográfico que cada vez se abre más hueco en el mapa turístico nacional.