Opta a un Oscar y tuvo que mantenerse en secreto durante un año: "Teníamos miedo"
El estudio estaba protegido ante la piratería y con un servidor aislado.

Un año tras el estallido de la guerra de Ucrania, los artistas ucranianos Slava, Anya y Andrey decidieron quedarse en el país manteniendo su arte y haciendo frente cada día a bombardeos. De ahí nace el documental Porcelain War, nominado al Oscar a Mejor documental, producido en Australia y que tuvo que mantenerse en secreto un año para evitar la injerencia rusa.
El proyecto nació en Songbird Studios, con sede en Sydney, donde se equiparon con un servidor aislado y protegido por firewalls, para controlar las posibles fallas de seguridad y la potencial piratería.
Se empezó a producir un año después de la invasión rusa a Ucrania y una de las iniciativas principales era la de Anya Stasenko, quien elaboraba frágiles figuras de porcelana que se entregaban a los soldados ucranianos que se preparan para la batalla.
“Todos los días había bombardeos y otras situaciones terribles a mi alrededor, y comencé a comprender que mi camino era seguir haciendo mis figuras", señala Stasenko a ABC News.
Desde el estudio de producción les enviaron una decena de cámaras a Stasenko y Leontyev, su pareja, que fue reclutado por las fuerzas especiales ucranianas y ambos se mantuvieron en Jarkov a pesar de los bombardeos. Ninguno de los dos tenía conocimientos cinematográficos por lo que tanto ellos como un tercer artista recibieron la formación necesaria para grabar a través de Zoom.
"Teníamos miedo de que nos pudieran hackear o de que el material pudiera verse comprometido de alguna manera, y teníamos una enorme responsabilidad con los artistas y los demás participantes de la película que vivían en Ucrania y que confiaban en nosotros este material", señala al citado medio Camilla Mazzaferro, productora del documental.
Por ello, asegura que "todos los integrantes del equipo de filmación trabajaron en completo secreto durante más de un año", ya que en Sydney recibieron 550 horas de material sin procesar y buena parte de él era sensible.
"Teníamos un equipo de 10 traductores, muchos de los cuales habían escapado de la guerra y fue increíble, tuvimos este pequeño esfuerzo de resistencia aquí en Sydney", añade.