El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, anunciará este lunes una reforma migratoria que endurecerá los requisitos para vivir y trabajar en el país, en lo que supone un giro importante respecto a la política seguida por gobiernos anteriores. Entre las medidas que avanzará el Ejecutivo británico destacan el aumento del nivel mínimo de inglés exigido para obtener visados y la ampliación del periodo necesario para solicitar la ciudadanía, cambios que afectan directamente a ciudadanos europeos como los españoles.

El anuncio se realizará en una rueda de prensa desde Downing Street, donde Starmer defenderá que vivir en Reino Unido “es un privilegio que hay que ganarse”. El Gobierno presentará las nuevas políticas como un respaldo a los trabajadores británicos y una respuesta directa al incremento de la migración neta, que en 2023 se acercó al millón de personas. Se trata, según el Ejecutivo, de corregir el “fallido experimento de fronteras abiertas” y de instaurar un sistema migratorio “más justo, selectivo y controlado”.

Uno de los pilares del nuevo plan será la exigencia de un dominio más elevado del idioma. Hasta ahora, los solicitantes podían acceder con un nivel similar al GCSE británico, que equivale a un conocimiento básico del inglés. Con el cambio que se pondrá sobre la mesa, será obligatorio acreditar un nivel B2, lo que implica una capacidad para expresarse con fluidez, utilizar el idioma con flexibilidad y desenvolverse con seguridad en conversaciones profesionales o sociales complejas.

Tal como publicó The Standard, el nuevo estándar lingüístico afectará a todas las rutas de inmigración y tiene como objetivo reducir la llegada de trabajadores poco cualificados. El medio británico también adelantó que quienes deseen establecerse de forma permanente deberán cumplir con requisitos más estrictos relacionados con el idioma y con la duración de su residencia legal en el país.

Además, el Ejecutivo elevará de cinco a diez años el tiempo mínimo de residencia legal para poder optar a la nacionalidad británica. El Gobierno señala que ya no bastará con vivir en Reino Unido durante un lustro, sino que será necesario demostrar una “contribución real y duradera a la economía y la sociedad” para solicitar quedarse de forma permanente. Se pondrá fin, así, al acceso automático a la ciudadanía por simple permanencia.

Estas medidas estarán recogidas en el Libro Blanco sobre Inmigración, cuya publicación también está prevista para este lunes. En él se detallará la hoja de ruta del nuevo Gobierno laborista para reducir la dependencia de la economía británica del reclutamiento de mano de obra extranjera. Los datos oficiales muestran que la migración neta se ha multiplicado por cuatro desde 2019, lo que ha provocado una fuerte presión política y social.

Downing Street asegura que, desde las últimas elecciones, el número de visados concedidos ya ha caído un 40 %. La reforma busca consolidar esa tendencia mediante el endurecimiento de las condiciones de acceso a visados laborales, familiares y de residencia. El objetivo declarado por el equipo de Starmer es garantizar que quienes lleguen al país lo hagan con una aportación clara en términos económicos o sociales.

El Ejecutivo también ha endurecido las medidas contra quienes residen de forma irregular. Desde los comicios, más de 24.000 personas han sido devueltas a sus países de origen, la cifra más alta de los últimos ocho años. En paralelo, las expulsiones de delincuentes extranjeros han aumentado un 16 %, según cifras oficiales difundidas por el Gobierno.

Con este plan, el Reino Unido se encamina hacia un sistema migratorio más restrictivo. Para los españoles que quieran trabajar allí, el escenario cambiará drásticamente: necesitarán un nivel avanzado de inglés, una mayor estabilidad económica y una estancia prolongada antes de poder pensar en establecerse de forma definitiva.